El ojo vago

Dale fuego a un hombre y estará caliente un día, pero préndele fuego y estará caliente el resto de su vida. Terry Pratchett

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Lugar: Villava, Navarra, Spain

24.8.06

Metalway (y 3)

El domingo amaneció nublado, lo que significa que se podía aguantar más tiempo dentro de la tienda. Sin embargo, el primer concierto era a las doce, así que tampoco dormimos demasiado. El agua de las duchas seguía tan helada como el día anterior, con la diferencia de que no había sol en la calle para aliviar un poco la congelación. Estoy seguro de que en las duchas de las cárceles se oyen gritos menos espeluznantes que allí.
Tras un almuerzo rápido entramos corriendo a ver a Koma. Es el grupo al que más veces he desaprovechado la ocasión de ver. Y eso que hace unos años tocaba gratis en cualquier esquina cerca de casa. De hecho, no los había visto nunca; por eso corrí ese fresco domingo. Y estos sí que se oyeron bien: como el mismo Brigi dijo, son unos buenos despertadores. El tío no paraba de moverse, cantar y hacer muecas. El público lo coreaba todo y ellos no paraban ni para saludar. Lo único malo fue que duró poco: en la última canción casi les quitan la batería sin acabar. Grandes.
Después vinieron Runic, grupo castellonense anunciado (horror) como el futuro adalid del metal español. Sin embargo, está bien: tocan un death metal con toques de teclado y coros de chicas (guapas) bastante conseguido. Moló.
Del siguiente grupo, Crucified Barbara, no había oído hablar en mi vida. Resulta que es un grupo de chicas. Resulta también que son suecas y que están tremendas. Pero mucho. A consecuencia de ello, mis otros cuatro sentidos estuvieron bastante obnuvilados y no recuerdo qué clase de música hacen ni si lo hicieron bien. Pero vaya rubias. Más tarde fui y me saqué una foto con ellas (la pondré en un futuro, claro) y todavía son más guapas. Creo que estoy enamorado. De todas, pero sobre todo de la guitarra. Aunque la batería, pedazo de pelirroja, también se las trae. Mejor lo dejo, que...
Jon Oliva estaba teniendo problemas con Iberia (fue el fin de semana de la huelga de pilotos. Cabrones) y estaba en algún lugar ignoto con la mitad del equipo de sonido, así que se juntaron los integrantes del grupo que estaban allí con algunos de Metal Church y se pusieron a hacer versiones. La cosa pintaba bien, pero teníamos que comer antes del siguiente grupo así que allí los dejamos.
Sí, porque el siguiente grupo era Moonspell, ni más ni menos. El año anterior tuvieron que venir corriendo cuando falló Paradise Lost, pero este año se trajeron un decorado con algún adorno en forma de ramas, cruces y cosillas de esas. No es que les haga falta ningún espectáculo visual, pero se agradece. Con el audio tienen más que suficiente. Muy grandes: sonido espectacular, el cantante totalmente entregado... De los mejores del festival. Si hacen una gira con el disco este nuevo no os los perdáis.
Within Temptation fue uno de los conciertos más multitudinarios, ya que la gente del pueblo aprovechó la entrada libre que tenían para ir a verlos. Se montaron un escenario que parecía sacado de un libro de Tolkien: lleno de columnas, enredaderas, flores... Totalmente vegetal, vamos. Y la cantante también está muy bien. Ni se acerca a mis chicas de Crucified Barbara, pero está bien. y canta, ¿eh? Yo creía que no se le oiría, pero el domingo el sonido en general fue bastante bueno y los chicos demostraron que no sólo componen para salir en los 40. Claro que los mejores temas son los más antiguos, pero eso pasa en las mejores familias.
Un par de ancianas señoras de Gernika miraba con ojo crítico a los que estábamos sentados y luego decían que a ver cómo estábamos a sus años. Lo cierto es que no creo que cuando tenga 80 años me anime a entrar a un festival por muy gratis que sea. Y las señoras pudieron ver pronto cómo a sus años se puede seguir siendo jevi, porque saltaron al escenario Barón Rojo. También había muchos lugareños viendo a estos. Se ve que es cierto que los viejos rockeros nunca mueren. Como todos sabéis quiénes son y qué hacen, sólo diré que fueron muy coreados por el público y que se conservan bastante en forma. Una pena que no tocaran Malo ni Hijos de Caín, mis favoritas.
Nos acercamos a las primeras filas para ver a Edguy, y resultó un concierto sólo para incondicionales: no sólo fue de los que peor sonido sacó (al cantante ni se le oía, aunque todos pudimos entenderle cuando se cagó en Iberia. La razón la suponemos), sino que encima empezó a caer un molesto txiri-miri que nos empapó a todos. Sin embargo, hay que decir que ellos no pararon de moverse y atratar de animar al público (frío con la lluvia y las duchas). Dos invitados especiales: uno involuntario, el Brigi de Koma, que se asomó por delante y amenazó con hacer un calvo a todos; y otro voluntario, el Grosskopf de Helloween, que salió a tocar en una de las canciones de Avantasia. Un concierto un poco frustrante por el sonido.
Grosskopf podía haberse quedado allí porque Helloween eran el siguiente grupo. Mucha expectación en las primeras filas, sobre todo entre los más jóvenes. Unos incluso se habían hecho una calabaza. En realidad era una sandía, pero como estaba de noche daba el pego bastante bien. Y esta vez nadie salió decepcionado, porque fue el mejor concierto de Helloween que yo he visto -y era la tercera vez-: muy buen sonido, gran elección de canciones (tocaron Halloween. Y yo que creía que nunca la vería en vivo. Sin palabras), el cantante hablando en castellano (le ha costado pero ha aprendido, aunque tiene que mejorar) y todos entregados y disfrutando. Y el público más todavía. De los mejores del festival. Ya, ya sé que lo he dicho varias veces (hoy, al menos, otra), pero es que no podía elegir sólo a uno.
Acto seguido vimos a Megadeth. Desde atrás, porque antes nos habíamos ido a cenar algo. Lo cierto es que no les hice ningún caso porque tenía otras cosas en que pensar, pero tranquilos: es casi seguro que en la primera respuesta a esta entrada tendréis algunas interesantes reflexiones sobre el concierto de los chicos de Mustaine. Es lo bueno de llevar colaboradores a los conciertos.
Por suerte, estaba en plenitud de facultades cuando empezaron Blind Guardian, otros de los más esperados. Quizá su escenario fuera el más austero de todos: prácticamente estaba vacío. No es que importe si haces buena música, claro. Y estos la hacen: repasaron toda su discografía (adelanto de su próximo album incluido), sonaron perfectamente y se les veía con energía -Es lo bueno de ver a un grupo que acaba de empezar la gira-. Los momentos álgidos fueron los de siempre: Mordred's Song, Bard's Song: In The Forest -ésta última sentados en taburetes-. En octubre volveré a verlos y compararé.
En teoría el festival debía acabar ahí, pero el avión de Jon Oliva aterrizó por fin y salieron a tocar justo después. La verdad es que sonaban muy contundentes. Una pena que ya todo el mundo -excepto el Brigi, que seguía por ahí sacándose fotos con la gente y saltando- estaba derrotado y muy poca gente se quedó a verlos. De hecho, nosotros estuvimos un rato y nos fuimos al campamento.

Al día siguiente, las duchas seguían estando aterradoramente heladas (y no me explico cómo, pues el agua de las fuentes y grifos no salía tan fresca ni por el forro). Sin embargo, esta vez el frío se mitigaba un poco porque tenía a la vista a una rubia a la que se le olvidó el bañador en casa, y eso siempre sube la temperatura. Fue el broche de oro para un gran festival. El año que viene más, aunque espero que se lo monten mejor con los horarios, que no dan tiempo ni para comer, y que mejoren el sonido, que deslució a muchos grupos.

PD: el GPS me volvió a llevar por mal camino a la vuelta. En lugar de sacarme a la autopista, me metió por un puerto de montaña (hasta niebla había en la cima). No me importó demasiado porque esa vez no tenía prisa y era una carretera bonita, pero vendo GPS. Interesados preguntar aquí mismo.

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21.8.06

El holandés errante

Como llevo un par de semanas más o menos viviendo en mi pueblo no me veis mucho por aquí, así que hoy copio y pego un cuentecillo: la idea se me ocurrió en Italia y lo escribí a la vuelta, en un momento. No es muy bueno, pero es corto y no os hará perder mucho tiempo.






Llevaba una semana en Venecia y estaba desesperado porque no encontraba el camino. Todo por no seguir los carteles.
El primer día lo hizo: llegaba a su destino, pero con la sensación de que daba miles de vueltas. Lo había intentado por otros medios, claro, pero ninguno funcionaba: el segundo día probó con miguitas de pan, pero las jodidas palomas de San Marcos parecían tener un radar incorporado y no dejaron ni una. El tercer día pensó en las piedras, pero pesaban mucho y acabaron en el fondo del canal. El cuarto y el quinto día comprobó que su memoria fotográfica no era tan buena como creía. El sexto siguió a un tipo que parecía saber a dónde iba: y lo sabía, pero iba a su casa en la otra punta de Venecia. Iba a tener que andar más que todos los días anteriores juntos. Decidió dejarse de experimentos cuando, en un bonito callejón lleno de hiedra y flores colgantes, se cruzó con un extraño hombre disfrazado de Casanova. Tenía el disfraz completo: máscara blanca, túnica negra y sombrero de tres picos. Tenía un papel en la mano y cuando lo vio le preguntó si sabía llegar a la dirección allí apuntada: Cannaregio nº 5628. Tiene gracia que me preguntes, le dijo, porque estoy volviendo sobre mis pasos. He ido en dirección contraria y mi hotel está en la otra punta.
-¡Maldita ciudad!-gruñó Casanova- No voy a llegar a mi cita.
Le explicó, desesperado, que había ligado con una mujer cuyas curvas le marearon. No sabía decirle si era guapa o no, pues no ella también llevaba una máscara y no se la había quitado en toda la noche, pero le había apuntado su dirección y lo estaba esperando en su hogar para intimar un poco más. Eso había sido el día anterior y desde entonces seguía buscando la calle.
Le dio un poco de lástima y se propuso ayudarle. Dieron unas cuantas vueltas sin éxito y, al pasar frente a la estación, Casanova dijo que estaba harto de buscar y que se iba a su casa en Mestre.
-Sin embargo, como me has ayudado, te voy a dejar mi disfraz y el papel con la dirección de la dama de la máscara. Ella tampoco me vio la cara, así que si la encuentras te hará un cuerpo nuevo. Y créeme: merece la pena.
Se la describió con tal profusión de detalles que despertó su lujuria y aceptó la propuesta. Le dio un par de euros para que cogiera el tren, se puso la máscara, la túnica y el sombrero y se guardó el papel en el bolsillo, dispuesto a encontrar a la diosa de las curvas. Primero preguntó por el barrio de Cannaregio. Una vez allí, se puso a buscar el número 5628. Sabía que no iba a ser fácil, pues la numeración de las calles de Venecia no tiene mucho sentido y podía estar en cualquier lado. Una hora después, ni siquiera había encontrado el 5000, a pesar de preguntar a algún vecino. Siguió dando vueltas hasta que se dio cuenta de que ya era muy tarde. De todos modos, no tenía ganas de volver a su hotel: aún tenía en mente las curvas que le esperaban en el 5628. Dio vueltas toda la noche. Amaneció y seguía buscando. Al fin y al cabo, pensó, está esperando a Casanova y aunque llegue a la mañana siguiente no le importará. Seguro que el tío ese le impactó mucho a ella también. Espero que la su cara merezca la pena tanto como sus curvas.
Llegó la hora de comer, pero no tenía apetito: sólo pensaba en la dama que lo estaba esperando. Desayunaré después, se dijo con una sonrisa que nadie pudo ver tras la máscara. Anduvo toda la tarde: preguntó pero nadie supo decirle dónde estaba el 5628. Pues yo no me rindo, se animó. Le diré que había entendido que nuestra cita era hoy. Seguro que se lo cree. Si está tan salida para quedar con un enmascarado...
Anocheció y llegó la hora de cenar. Empezaba a cansarse. Iba a preguntar a unos niños por la dirección, pero huyeron nada más verle. Lo mismo hizo un anciano. No me extraña, se dijo. Con estas pintas...
Empezó a preguntarse por qué Casanova y la dama llevaban máscara si no eran carnavales (de hecho, era julio). Es más, ¿para qué me la he puesto yo? Podría haber ido hasta la casa y ponerme todo allí. Tiró el papel con la dirección y se puso a buscar carteles para volver a su hotel. No vio ninguno y metió la mano al bolsillo para coger su movil y llamar para que le ayudaran. En su lugar, encontró un papel. Lo desenvolvió y vio lo que allí había escrito: Cannaregio nº 5628. Al comprenderlo todo, rompió a llorar sentado en un portal.
La gente pasaba corriendo a su lado. Al rato se levantó, miró el papel y se fue calle arriba. Al fin y al cabo, pensó Casanova, me está esperando y no le importará que llegue con un par de horas de retraso. No podía quitarse de la cabeza las curvas de la enmascarada que se había ligado esa tarde.

8.8.06

Metalway 2006 (2)

A eso de las siete de la mañana del sábado descubrimos que la orientación elegida para la tienda no era la mejor: nuestras cabezas eran lo primero que golpeaba el sol en cuanto asomaba tras las montañas. Sin embargo, el calor era más soportable abriendo la puerta, así que aguantamos unas horas más allí adentro. El siguiente descubrimiento fueron las letales duchas de tortura: el agua salía a 1º o menos. Impresionante espectáculo: piel amoratada, gritos desgarradores... Eso sí, una vez recuperabas la respiración te quedabas despejado para el resto del dia. Tras un desayuno rápido nos fuimos al pueblo, compramos pan y nos lo ventilamos (con chorizo y queso) en un parque. De lujo.
Acabamos con el tiempo justo para ir, a la una, a ver a Rage. Sin embargo, había habido un cambio de planes y en su lugar tocaban Axxis, grupo que yo no conocía pero que tiene dos cantantes (tío y tía). Hacia el final, sacaron a una tía del público para que les grabara en video (para la MTV, dijo, y todos los grupos tenían cámaras similares, así que atentos los que la sintonicéis), les hiciera coros y bailara con una pandereta. Tuvo su gracia.
Los siguientes fueron Arch Enemy, grupo que hace que inmediatamente te venga a la cabeza la pregunta "¿cómo se puede ladrar de esa forma con esa carita?". Si no la estás mirando, piensas que la cantante es un tío. Por suerte, su aspecto no deja lugar a ninguna duda. Bastante buen concierto.
Ahora sí, empezaban Rage. Nos colocamos en las primeras filas para escuchar uno de los peores conciertos del festival: en cuanto tocaban los tres a la vez no se entendía nada. Hay que decir que a ellos se les veía con ganas (y al público también), pero el sonido no les acompañó en absoluto.
En cuanto terminó nos fuimos a comer algo (ya eran las cinco de la tarde), pero entre una cosa y otra volvimos al escenario cuando ya había terminado Dark Funeral. Una pena, porque nos dijeron que sonaron bien y que tocaron maquillados bajo un sol que pegaba (hoy sí) como un martillo pilón. Mención honorífica por ser tan duros.
Metal Church se oyeron un poco mejor, pero no tanto, así que aprovechamos para observar un poco la fauna que andaba por allí. No tardamos en descubrir a un viejo conocido: en el Metalway del año pasado andaba en unos gallumbos de Batman, lo cual llama -quieras que no- la atención. Este año el tío (por suerte) había cambiado de modelo y llevaba unos de Spiderman. Nos estábamos preguntando dónde llevaba el dinero cuando apareció en su mano un respirador de esos de asmático que luego guardó en la gomilla. No doy más detalles.
Pero los que más destacaban eran unos que iban de vikingos: botas y taparrabos de pelo, largas greñas y barbas y un cuerno a la espalda. Y no era ornamental, no: en las barras lo llenaban de cerveza y, una vez vacío, lo soplaban -pweeeeeeeeeeeeet- para llamar a sus colegas. Tengo que comprarme uno, que son muy versátiles.
My Dying Bride fueron, claramente, los más raros del festival. Y no lo digo por la música, no (que está muy bien, por cierto), sino por ellos. El cantante, con pintas de zombi, parecía estar en trance todo el tiempo, cuando no se tiraba al suelo presa de convulsiones o así. Los guitarras sólo movían las manos (y por que tenían que tocar, claro), al más puro estilo Motobomba (también llamado estatua de sal). Esto no sería tan raro si fuera todo el concierto igual, pero es que en las canciones más cañeras, todos se movían como un grupo jevi cualquiera -aunque sin llegar a los extremos de unos Manowar, eso sí-. Al final, resultaron uno de los mejores conciertos del día.
Los siguientes fueron Testament, pero tampoco sonaron muy allá va, por lo que ya empecé a pensar que aquello no iba a ser sólo culpa de los grupos. O todos tenían el mismo técnico inútil o algo pasaba con los altavoces esos que había delante del escenario. No sé.
Después llegaron Gamma Ray. Y, de nuevo, se oía poco al cantante. En este caso no me importó mucho, ya que estaba en las primeras filas y me lo pasé como un enano, gritando y saltando. Aunque no se le oiga, da gusto ver a Kai Hansen disfrutando de lo que hace. Por falta de entrega no será.
Nos fuimos a cenar (la peor pizza que he comido nunca, desbancando a mi anterior candidata, la de piña) y volvimos a tiempo de ver a Ministry: he de decir que no es un grupo que me guste, pero aún así reconozco que sonaron bastante bien y fue espectacular, lo cual debe de significar que otra gente habría disfrutado muchísimo.
La noche la cerraron los viejos Celtic Frost, considerados los padres del Black Metal y todo lo subsiguiente. Lo cierto es que se me hicieron un poco monótonos (aunque confieso que sólo había oído un par de canciones suyas con anterioridad, así que posiblemente sea culpa mía).
Tras más de catorce horas de conciertos (la mayoría bajo un sol abrasador), nos volvimos destrozados al campamento. Esa noche no hubo partidas de mus ni chillones: se ve que el cansancio había hecho mella en todos por igual.

PD: sigue sin haber imágenes. Mi cámara está desaparecida. Al final pondré unas cuantas juntas.

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4.8.06

Su puta calavera

Hoy tocaba la segunda parte del Metalway, pero ha saltado la noticia y he tenido que interrumpir la emisión para hacer partícipes a mis cuatro lectores de la mejor noticia del año. ¿Qué digo del año? Del siglo. Llevaba muchos años esperando oirlo. En realidad es un rumor, pero de ser cierto las consecuencias son inimaginables. Me dan ganas de ponerme a reir y gritar como un demente y no parar hasta mañana por la noche (y porque tengo cena alemana -cerveza y salchicha-, que si no tampoco).
Estáis intrigados, ¿eh? Analicemos las palabras clave: rumor, calavera, frikazo... Cerveza no, que está en el paréntesis. La verdad es que las pistas no son nada claras. Si alguien lo ha adivinado, que lo demuestre y se ha ganado una botella de Capitán Morgan. Pero vamos al turrón, que demasiada intriga aburre:

Tim Burton está interesado en realizar una versión cinematográfica de Grim Fandango. Que sea cierto, que sea cierto, que sea cierto... Me da igual que J. Deep no haga de Manny Calavera, pero quiero ver esa peli. Llevo queriendo verla desde la primera vez que caté el juego.

Para los profanos, Grim Fandango fue el canto del cisne de las aventuras gráficas (y la última cosa buena que salió de George Lucas, dicho sea de paso), allá por el año 98. Obra de Lucasfilm, como las mejores aventuras de la edad de oro, utilizó un nuevo motor 3D más fácil de manejar, lo que la dotaba de unos gráficos espectaculares. Un argumento desquiciante (ubicado en el más allá, por supuesto) y un humor que seguía la línea de los Monkey Island, Sam & Max, etc. Si alguien jamás ha jugado a esos juegos no merece que se lo explique. Es más, debería dejar de leer en este mismo instante: arriba a la derecha hay una equis roja. Pulsa y lárgate. Con estas cosas no hay medias tintas: hay que ser radical.
La verdad es que GF es un juegazo. El mejor de la historia, en dura competencia con Monkey Island (ya puedes quitarme el sable del cuello, Guybrush). No lo voy a destripar, por si acaso es cierto que hace la peli, pero tiene chistes, situaciones embarazosas, guiños, esqueletos, coches maqueados, ataúdes, mujeres fatales, guadañas, muertos... De todo, vamos. Hasta el doblaje al castellano era bueno. Inexplicablemente, no cosechó el éxito merecido y ello significó el fin de las aventuras gráficas. Como puede verse, el tiempo lo ha convertido en un videojuego de culto (sí, Guybrush, el Monkey Island también lo es. Y ahora deja de insultarme) para genios como Tim Burton y yo. Ahora es una buena ocasión para volver a instalarlo en el disco duro o, si no lo disfrutasteis en su momento, para probarlo de una vez. No os defraudará.
Brindemos con una jarra de buen grog por el buen Tim Burton, a priori el director más indicado para llevarlo al cine. Se puede decir que están hechos el uno para el otro.
Vaya entrada más friki que me ha quedado. Pero es que me siento como si pudiera... Como si pudiera...


Que sea cierto, que sea cierto, que sea cierto.

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1.8.06

Metalway 2006 (1)

Érase una vez un apacible pueblecillo llamado Gernika. Pasó a la historia cuando fue bombardeado en una -como todas- infame guerra y cuando Picasso inmortalizó el asunto en uno de sus más famosos cuadros. Una vez cerradas las heridas del bombardeo, el pueblo se convirtió en un precioso rincón para vivir o ir de vacaciones, con varios lugares de interés y unos habitantes amables y tranquilos. Poco sospechaban que el año 2005 iban a sufrir una invasión inesperada cuando dieron permiso para que se realizara allí un festival de música. Pues sí, durante tres días aquello fue tomado por una horda de orcos vestidos mayormente de negro y cuero. No es que se dedicaran a saquear hogares y violar doncellas, como es su costumbre, pero el impacto visual era grande: parques, jardines, plazas, calles, tiendas, bares, portales... Cualquier sitio era bueno para comer, dormir, aparcar, montar tiendas de campaña o lo que hiciera falta. Más de una anciana se llevó un buen susto al ir a comprar el pan por la mañana. Por las tardes, desaparecían de las calles y se reunían todos en el campo de fútbol del equipo local, para escuchar una extraña y ruidosa música hasta que, exhaustos, se retiraban al campamento lleno de estandartes y banderas que habían montado allí cerca. Como la policía local no parecía capaz de vencer al enemigo, los habitantes de Gernika decidieron unirse a él. La extraña música comenzó a sonar también en bares y cafeterías, las panaderías hicieron más pan y dejaron mapas de la ciudad en puntos estratégicos, para que los orcos visitaran el árbol (de hecho dos: el original y su retoño), la pared con el cuadro de Picasso pintado y otros lugares interesantes. Cuando, tres días después, los tatuajes desaparecieron del pueblo, la gente pensó que no había sido tan malo (excepto por alguna tonelada de basura y la resiembra de la hierba del campo de fútbol). Decidieron que, después de todo, no eran mala gente y podía dejárseles volver otro año. Para darle vidilla a la localidad, como decía la señora Gregoria Azkoitia, de 79 años.

2006
El viernes trabajé por la mañana, así que ya tenía asumido que no iba a ver a los tres primeros grupos (Dreamaker, Benedictum y Hamlet). En esta edición había tantos grupos que los conciertos empezaban a las 12 del mediodía. Mi ideo era salir de trabajar a las 2, correr a casa a coger un bocadillo, los bolsos con la ropa, la cerveza y la comida y quemar el coche para ver si llegaba a tiempo a Finntroll. Como tengo un GPS que ofrecían en el periódico hace unos meses, decidí estrenarlo: le puse que quería el recorrido rápido y me llevó a Gernika por autopistas pero con una vuelta bastante inútil (y lenta). Lo único bueno es que pude comerme el bocadillo en el atasco que me tragué en un peaje en Durango. Al pasar por unas obras, sólo el hecho de que mi coche no tiene elevalunas y no me apetecía abrir la ventanilla a mano salvó al puto GPS de acabar en el fondo de una zanja para que lo encuentrara alguna civilización del futuro. Adivinaréis que, a pesar de ir a fuego todo el viaje, llegué bastante tarde. Aparqué pronto (en un paso de cebra, eso sí, pero las invasiones es lo que tienen; que no hay leyes) y me fui directo a la entrada, sin montar la tienda ni nada, pero los Finntroll habían abandonado el escenario hacía cinco minutos -y antes de su horario previsto, dicho sea de paso-. Aquello me puso de bastante mala leche porque tenía muchas ganas de verlos, pero decidí ignorar las peticiones de mi cerebro de ir a pisotear el GPS.
Con un katxi (o litro, como lo llaman en algunos extraños lugares) de verveza y bajo un cielo encapotado, me dediqué a esperar a Nevermore, los siguientes en actuar. Según pude saber, el jueves había caido un aguacero y el campo de fútbol en el que se celebran los conciertos estaba bastante impracticable. De hecho, la banda derecha era un barrizal considerable. Desgraciadamente, ninguna de las bellezas que por allí había lo utilizó para lo que debe utilizarse el barro si eres alta, guapa y llevas ropa de cuero. Una pena.
Nevermore salieron a tope. Como había poca gente todavía, me coloqué fácilmente en las primeras filas. Y fue un muy buen concierto. Un sonido más que correcto y muy tralleros: no tardaron en poner a la gente a saltar y gritar. De algún modo, con un sólo gesto el cantante conseguía que un grupillo a mi derecha se pusiera a pelearse de vez en cuando. No hubo heridos y eso siempre da colorido.
Antes de continuar, especificaré que no voy a entrar en valoraciones de si la música que hacen los grupos es buena o mala (aunque supongo que se notará en lo que diga): me limitaré a hablar del concierto y las incidencias del mismo. Se supone que si a uno le gusta mucho un grupo se quedará contento prácticamente hagan lo que hagan, y al contrario si otro no le gusta, así que trataré de ser un poco objetivo al respecto, ya que vi casi todos me gustaran o no. También diré ahora que todos los conciertos duraron alrededor de una hora, poco más o menos. No había cabezas de cartel que estuvieran más rato que los demás. Y hay que decir que a muchos les vino bien: algunos acertaron de pleno en todas las canciones elegidas y a otros se les veía con más ganas que cuando están dos horas en sus propias giras. Lo bueno, si breve, dos veces bueno, ¿no?
Al terminar Nevermore busqué a Boñas, que había llegado de Burgos un poco más tarde que yo. Nos fuimos a montar la tienda e instalarnos en el campamento. Debido al aguacero caido el jueves, la tierra estaba blandita y no fue difícil clavar la tienda. Además, unos de Pamplona nos habían reservado un txoko junto a ellos, así que no tuvimos que buscar mucho. Según dijeron, el día anterior aquello parecía Humor Amarillo debido al barro que se había formado en algunas zonas. Todo esto lo hicimos durante el concierto de Brainstorm, que nos perdimos en su totalidad.
Los siguientes eran The Gathering, y a esos no podíamos faltar, así que nos encaminamos al escenario sin perder más tiempo. Aún no había mucha gente (el viernes fue el día con menos asistentes), así que no tuvimos problemas para colocarnos en un punto desde el que poder admirar la belleza de Anneke, la cantante. No sólo su belleza (no dejo de sonreir en todo el concierto. ¡Uf!): también su voz obnuvilaba los sentidos de la mayoría de los asistentes. Completica la chica, hay que reconocerlo. Pues eso, buen concierto también para estos.
Aprovechamos el cambio para visitar el mercadillo, que siempre hay gente que pide regalos cuando te vas unos días. Entre eso y más cerveza, llegamos cuando ya había empezado Annihilator (el principio nos pilló de camino). Muy tralleros y contundentes, tampoco decepcionaron, aunque el sonido salía algo saturado. No mucho para lo que vino después: el resto de bandas de la noche sonaron muy mal.
Nada tuvieron que ver con Ángeles del Infierno, banda mítica donde las haya y que fueron los más coreados del día. Lo cierto es que no había otro remedio, porque al cantante no se le oía ni palabra. En los estribillos se oía más a la gente. No es que al público le importe corear Maldito sea tu nombre o A cara o cruz, pero... Una pena.
Durante el intermedio cenamos una pizza en una carpa cercana y volvimos corriendo para no perdernos a Kreator (grupo bastante asiduo de estos saraos). Y tampoco sonaron bien, aunque a este sí se le oía cantar. En cuanto tocaban todos a la vez empezaban a petar los altavoces como si los hubieran mangado de un coche viejo. Otra decepción.
Para muchos, el plato fuerte del día era Stratovarius. Y se fueron tristes, pues el sonido no estuvo a la altura de las canciones elegidas: fue un buen repaso a su discografía (hasta tocaron la enorme Visions) pero nadie pudo disfrutarlo. De nuevo, la voz apenas se oía y lo demás saturaba.
Cuando terminó nos fuimos rápidamente a la tienda a dormir, pues yo estaba bastante destrozado (me había levantado a las 6 de la mañana para currar y no hubo siesta). Por suerte, este año me había llevado tapones para los oídos (el año pasado me tocó dormir junto a dos osos) y no tuve problemas ni cuando unos degenerados se pusieron a jugar al mus a grito pelado a las 6 de la mañana. El sueño de los justos.

Creo que voy a dejarlo aquí de momento, que está quedando bastante largo. Las fotos ya las pondré más adelante, que aún no las he sacado de la cámara. Además, pudiendo escribir mil palabras, ¿para qué queréis imágenes?

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