El ojo vago

Dale fuego a un hombre y estará caliente un día, pero préndele fuego y estará caliente el resto de su vida. Terry Pratchett

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Lugar: Villava, Navarra, Spain

10.3.10

Like a Virgin

No os quejaréis, que sólo hace tres meses desde mi última actualización. Y esta vez no pienso poner ningún video ni ninguna foto: sólo texto y más texto. Palabras, palabras, palabras. Si se me ocurren, claro: si no, repetiré unas cuantas varias veces para llenar espacio y ya está.
Estaba yo leyendo el periódico cuando me he encontrado dos noticias (más o menos) religiosas: una habla de fútbol y otra de prostíbulos, y en ninguna hay ningún cura.

De la primera quizá hayáis oído algo. No, no tiene que ver con el Madrid (mientras esto escribo, acaba de finalizar su partido con el Olimpique). Se trata de que, en Italia, un juez ha emprendido una cruzada contra las blasfemias en el Calcio. Así, un árbitro puede expulsarte del campo por tomar el nombre de Dios en vano, evitando de paso tu expulsión del paraíso. Lo mismo si te oye uno de los linieres o el 4º árbitro, que irán en plan colegio (tapándose la boca con la mano y con cara de vergüenza) a chivarse de que fulanito ha dicho una palabrota. Y aún peor: si el juez y/o alguno de sus acólitos te ve jurar en la tele, también te puede caer un partido aunque el árbitro no te haya pillado. Ya veis: la tele no sirve para anular goles en fuera de juego o penaltis injustos pero sí para eso.
Ya han caído unos cuantos y a ellos no les ha hecho mucha gracia la cosa, así que ya están buscando formas de librarse. Lo más socorrido es decir que son muy religiosos y jamás blasfeman, que lo que habían dicho es "mecagüen sos" o "ostras". Traducido al italiano, por supuesto: uno se libró porque la expresión que dijo haber usado era veneciana y el juez de la tele era de esa zona y la conocía. Pero si usas una expresión de tu tierra y el juez no sabe de qué va te puedes ir preparando. Leo también que un jugador ha contratado a una sordomuda experta en la lectura de labios para demostrar que no había mentado a Dios.
En la liga española, como somos más papistas que el Papa (bien traído, ¿eh?), prohibirán no sólo las blasfemias sino cualquier expresión malsonante. Los partidos de fútbol terminarán siendo 22 Flanders pidiendo disculpitas cada vez que hagan una falta, como si lo viera. La verdad es que, cuando estás cabreado, decir "córcholis" no desahoga mucho. Ahora mismo me imagino a Stoichkov en sus buenos tiempos mandando a la porra a Andújar Oliver (o cualquier árbitro de los de antes; no los metrosexuales de ahora) y Andújar sacudiendo la cabeza sin poder aguantar la risa.

La segunda noticia nos lleva más lejos, a Glasgow (Escocia). En un monasterio por la zona, vive tranquilamente una monja de 55 años que se dedica -supongo, eso no lo pone- a rezar y preparar dulces (o whisky: en Escocia vete tú a saber). Hasta que llegaron unos señores con pinta de abogados que le dijeron que su madre había muerto. Ella, que siempre había sido hija de Dios, pues creció en un orfanato, preguntó de qué estaban hablando: los abogados le explicaron que, hacía medio siglo, su madre la dejó allí en adopción porque era artista en un circo itinerante que actuó -entre otros países europeos- en Escocia. Más tarde, se estableció en Austria y acabó muriendo sin marido ni descendientes, así que consultaron a un experto en genealogía para encontrar a alguien y ella resultó ser la única heredera.
'Vaya', se dijo la monja, 'mira tú por dónde. ¿Sería mi madre la mujer barbuda? ¿La Princesa Pitón? ¿Una payasa? ¿Equilibrista?'
En realidad eso es lo que me preguntaría yo. No tengo ni idea de qué es lo que preguntó la monja ni qué puesto ocupaba su madre en el circo (aunque con el resto de la noticia os lo podéis imaginar). Ni siquiera dicen si se sabe algo del padre. Lo que sí le dijeron a la monja es que lo que había heredado era la participación de su madre en un floreciente negocio en Austria. Y -el destino a veces también hace chistes- el negocio resultó ser un prostíbulo.
La monja al menos fue consecuente con su fe: vendió su parte y donó el dinero a un proyecto humanitario (ni siquiera lo usó para su convento), desentendiéndose del legado de su madre. Supongo que los clientes habituales le agradecerán que no se presentara allí a hacer de madame. Y hay que decir que le honra haber rechazado la herencia (no todos los religiosos serían capaces de hacerlo).

Adiós, adios, adiós. En unos tres meses tendréis noticias mías, supongo.

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