El ojo vago

Dale fuego a un hombre y estará caliente un día, pero préndele fuego y estará caliente el resto de su vida. Terry Pratchett

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Lugar: Villava, Navarra, Spain

27.3.09

En tierra cervecera V: el día después

Al día siguiente, me despertó uno de nuestros compañeros de habitación, que había llegado la noche anterior y estaba ya deseando irse a la Oktoberfest. Me dieron ganas de irme con él y desayunarme una jarra, pero no lo hice. En su lugar, me acerqué a la cocina y cogí lo primero que pillé. Craso error: lo único que allí había era un vaso y un grifo. Logré combinarlos entre ellos, pero al tratar de beber el agua fui incapaz. No es sólo que no supiera a cerveza (creo que era el primer trago desde que cogí el avión), es que el cristal del vaso era tan fino que la mayor parte del agua cayó a la fregadera y no a mi reseca garganta. Se ve que mis labios se habían acostumbrado al grosor de las jarras y no había forma de beber de vaso. Incluso agarrarla -así, sin asa- se me hizo difícil.
Tras ese traumático desayuno nos fuimos a ver Munich, ya que esa misma tarde volvíamos a Praga. Visitamos un gran parque en el que hay una especie de torre china. La gente por allí estaba más tranquila que en la feria, pero no por ello dejan de beber cerveza: en cualquier esquina hay un barico con una terraza y gente bebiendo jarras en ella. Comimos (y bebimos) en el mismo mercadillo en el que compramos provisiones para el viaje.
He de decir que Munich es una ciudad bastante acogedora y entretenida, incluso fuera de Theresenwiese. No dejéis de visitarla si tenéis ocasión. Y si vais más de un día -no como yo- mejor.
Otras siete horas de tren hasta llegar a Praga. Como ya me había leído entero el libro que me llevé en el viaje de ida, en este me dediqué a ganar a la brisca. Por suerte, el trayecto fue más tranquilo, sin perros ni aglomeraciones. En Praga, nos fuimos directos al hostal. Esta vez nos colocaron en una casita en el jardín en la que estábamos sólos, así que cenamos allí tranquilamente. Se me acabó la cerveza, así que me salí al jardín a tomar el aire con una jarra llena de... zumo. Lo puse en la jarra para que no se me cayera todo al suelo. Y, aunque seguía sin saber a cerveza, al menos pude bebérmelo todo.

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