El ojo vago

Dale fuego a un hombre y estará caliente un día, pero préndele fuego y estará caliente el resto de su vida. Terry Pratchett

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Lugar: Villava, Navarra, Spain

7.7.08

Day 1: Loser


6 de julio. Comienzo de las más famosas, increíbles y grandes fiestas del mundo, los Sanfermines. Me levanto a las 9. Llevaba despierto desde las 8, como los niños antes de una excursión. Una ducha y un afeitado rápidos (tampoco hace falta esmerarse mucho. Dentro de un rato no se va a notar...), me pongo mi uniforme blanco y rojo y me voy a almorzar. Huevos con jamón, patatas y tomate. Hay que acumular energías, porque probablemente no me acuerde de comer ni de cenar. Que no falte la sidra. Y un cubatica de postre. Ya son casi las doce. No llegamos al txupinazo, pero tampoco era esa nuestra intención. Eso es más para adolescentes y guiris, y ya no pertenezco a ninguna de las dos categorías. Aunque ya he visto un par de docenas, se me siguen poniendo los pelos de punta al contemplar el lanzamiento en la pantalla del bar y escucharlo en el cielo. Como decía Hemingway, estalla la fiesta. Apuramos el cubata y nos vamos al meollo. Empieza lo bueno: cerveza, guiris, besos, gente maja, abrazos, kalimotxo, empujones, duchas, viejos amigos, peñas, sombreros, sudor, pesados, ron, camareros, camisetas mojadas, sol, tetas húmedas, música en la calle... Y lo que me dejo. No se puede describir lo indescriptible, aunque muchos lo intentamos. Hay que vivirlo. Ups, ya son las siete de la tarde. Otro día 6 sin comer. Pero tampoco tengo hambre. Rechazamos una invitación a cenar que nos hace un primo mío. La caña de azúcar y la cebada también son alimentos y, además, es muy pronto.
Hasta ahí iba la cosa perfectamente: me estaba dosificando los cubatas como todo un profesional de esto, sin perder el punto pero sin pasarme de rosca y quedarme tirado. Hasta creo que había una muchacha interesada en conocerme mejor. A eso de las nueve salí del bar en el que estábamos para respirar un poco de aire semipuro. En la puerta, me encontré con un colega del pueblo, le di un par de patadas y estuve un buen rato hablando con él y quedando para algún día de estos. Me despedí con un amistoso codazo en las costillas y me volví para dentro. Me disponía a dar explicaciones del rato que me tiré afuera cuando descubrí que me había quedado sin voz. Así, de repente. De cien a cero en treinta segundos. Minutos después, todo había pasado de la perfección a la nada: dejé de beber para no engullir más cosas frías. Por suerte, eso no me devolvió la sobriedad en las siguientes horas. Pero tampoco mi voz. No es que sea muy hablador, pero sin poder articular palabra ya no soy nadie. La chica se aburrió de que no le dirigiera la palabra y se fue con sus amigas. Mis propios amigos empezaron a apalancarse (con la tontería llevábamos ya más de doce horas al pie del cañón) y a irse a su casa. Finalmente, sólo quedábamos 3: Lirón, Leena y yo. Y ellos también estaban un poco cansados y pensando en irse a casa. Yo tenía ganas de mambo y el cuerpo con fuerzas, pero mi voz seguía desaparecida. Si no fuera yo tan duro, me habría echado a llorar allí mismo. Decidimos que aquello ya no daba más de sí y que mañana (hoy) sería otro día. De camino a la villavesa, sin embargo, recordé que esa noche tocaban los Ramones en la plaza de los Fueros. No todos los Ramones, claro: Marky, que es el que queda. Me fui para allí, dispuesto a entrar hasta la primera fila y descargar gran parte de la mala leche que había ido acumulando en las últimas horas. Cuatro patadas en un concierto son la mejor terapia para la ira. Sin embargo, antes de eso tuve que protagonizar la conversación más estúpida de mi vida (y eso que sólo pronuncié siete palabras). Vi a las teloneras desde un lugar en le centro de la plaza y, en un alarde de civismo, me quité de la cabeza el sombrero de vaquero que llevaba, para dejar ver a los de detrás. Pasaron diez segundos hasta que alguien me lo volvió a poner en la cabeza. No hice caso y volví a quitármelo medio minuto después. Esta vez la mano sólo tardó cinco segundos en colocarlo en mi cabeza. Descubrí que la mano pertenecía a una jovenzuela que estaba allí con dos amigas y que intentó entablar una conversación. Yo emití un gruñido que sonó más o menos como "No puedo hablar", acompañándolo con un gesto de la mano.
- Que no puede hablar, dice. Jeje. -explicó a sus amigas.
Yo creía que se reía de mi desgracia, pero la realidad era que se pensó que era un guiri y trató de que le regalara el sombrero usando el peor spanglish jamás oído.
- Give me your... your... er... ¡¡¡Umbrella!!! -dijo tratando de quitármelo.
A esas alturas yo ya estaba flipando en colores y dedicándome a defender mi propiedad, lamentando no poder gritarles lo que estaba pensando ("Que soy de Villava, gilipollas." Yo es que soy así de fino con los desconocidos). La tía siguió pateando el idioma de Shakespeare:
- Dámelo, sí, que soy una beautiful girl. -insistia mientras yo trataba de hacer acopio de energía en la garganta para quitármelas de encima. Por algún oscuro motivo, mi cerebro creyó que sería mejor hablarles en inglés. Traté de decir "I can't talk" pero sólo emití un estertor incomprensible.
Ella seguía diciendo tonterías, a pesar de que yo ya había dejado de escuchar, ordenando a mi garganta que dijera sus cuatro últimas palabras de la noche. Llegó un momentó en el que sentí que iba a poder, por lo que puse mi mejor cara de Clint Eastwood -es más fácil si llevas un pañuelo al cuello y un sombrero en la cabeza- para gruñir, casi escupir, "I don't think so, grñiktx." Lo último quería ser un "bitch", pero resultó algo sólo parecido a un sonido humano. De todos modos, se dio por enterada (supongo que el gesto ayudó lo suyo. Gracias, Clint) porque dijo que se fueran, que no les iba a dar el sombrero.
Justo a tiempo, porque ya hacía su aparición la momia de Marky Ramone. Me dirigí a las primeras filas a desquitarme de semejante fracaso de noche a base de codazos y pisotones. Los punkis agradecen esas cosas, que dan ambientillo a los conciertos. Yo también recibí: me aplastaron las costillas contra la valla tratando de ocupar mi sitio. Aún así, la mayor putada era no poder corear las canciones. Entre canción y canción, Marky usaba siempre la misma fórmula: "Thank you very much. This one is called... [insertar aquí el título del tema]", para empezar a meter ruido inmediatamente. En uno de los bises nos recomendó encarecidamente que nos emborracháramos esa noche, a pesar de que nadie allí estaba sereno. Probablemente, las chicas del sombrero le entendieron que iba a llover o algo así, dado su nivel de inglés. Seguro que se fueron a comprar un paraguas a algún puesto ambulante.
Acabado el concierto me dirigí a mi casa comprobando si tenía todos los huesos en su sitio y pensando que probablemente no haya nada más triste que quedarse afónico en Pamplona un 6 de julio. Lo único peor que se me ocurre es estar de vacaciones en Salou esos días. Lo que más me deprimía era contemplar a algunos de los que me acompañaban en el viaje, con aspecto de volver de la guerra y de no querer continuar de fiesta ni un minuto más, mientras yo estaba pletórico (interiormente: seguro que mi aspecto no era mucho mejor) y con ganas pero callado.
Llegué a mi cama a eso de las tres de la mañana, con la pena de no poder ver el amanecer. Para más INRI, a eso de las diez mi cuerpo ha decidido que ya había dormido bastante y he tenido que levantarme. Mi voz está más o menos recuperada, pero habrá que ver cuánto tiempo aguanta de la segunda noche.

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4.7.08

Tienes un e-mail

Por alguna razón que desconozco, mi programa de correo ha vuelto a pedirme la contraseña para recibir mensajes. Yo, sin sospechar lo que se me venía encima, la he introducido. Muy graciosamente, han ido apareciendo los mensajes que ya había recibido y leído (y borrado) en todo el 2008. Según iban entrando por una puerta yo los sacaba por la otra, así que me he quedado con la curiosidad de saber el número total de mensajes que allí había (por suerte, ya no estoy apuntado a ninguna lista de correo). La distribución temática era más o menos así:
- 1% de mensajes de ese par de amigos con buena voluntad pero más cansos que matar un cuto a besos, que reenvían toda esa morralla de powerpoints con hermosas fotos y mensajes bienintencionados que cualquier día de estos solucionarán los problemas de la humanidad a base de besos y abrazos.
- 1% de "por si acaso..." Todo tipo de mensajes-amuleto para vivir muchos años, follar más (y mejor) que Nacho Vidal, hacerte rico o -si no los reenvías- que se te caiga la polla a pedazos, te atropelle un tranvía o un grupo de orangutanes en celo te secuestre y te sodomice hasta que pidas la muerte a gritos. Por si hay alguien que lo dude: cuando empecé en esto de internet, hace ya muchos años, los reenviaba por si acaso y ahora ya no lo hago. Ni antes me tiré a Pamela Anderson ni ahora se ha quemado mi casa.
- 3% de mensajes normales: amigos reales o virtuales que te cuentan, consultan, dan o piden tal o cual cosa. Echo de menos cuando la mayoría de los mensajes eran así.
- 1% de mensajes de esos mismos amigos con videos, sonidos o cuentos, graciosos, curiosos o indignados con alguna situación. Este porcentaje también ha bajado mucho, porque todo el mundo tiene un blog y pone esas cosas allí.
- 2% de mensajes "oficiales", de cuando me registro en una página, compro algo, lo pago, pierdo una contraseña o consulto una duda al administrador. También incluyo aquí las noticias de algunos grupos musicales (en muchos casos ni recordaba haberme apuntado, pero bueno).
- 3% de publicidad de páginas en las que estoy registrado: al menos, estos se lo curran y te mandan lo que parece que te puede interesar.
- 90% de mierda puta: aquí hay de todo. A saber:
Viagra y sucedáneos (¿para qué creen que entro a una página guarra si no me funciona? ¿Para leer los artículos de sociedad?), alargadores de penes (lo mismo. Aunque puede que crean que me ha encogido por no reenviar esos mensajes de la suerte), páginas de contactos (ya. Que se puede fiar uno mucho de las fotos que la gente manda a esos sitios) y ruegos de supuestamente hermosas chicas que están enamoradas de mí en secreto y quieren que visite su web para que las satisfaga. Y, aunque lo parezca, no es que me tire todo el tiempo viendo tías en bolas. Basta con una visita para tener una docena de mensajes al día siguiente.
Los ganadores del premio ignobel de literatura del año 2005 siguen enviando, aunque menos que en aquel año, las historias de los dictadores africanos que necesitan ayuda para traer su dinero a Europa.
Cartas de todos los bancos de España (algunos ni siquiera los conocía) y alguno del extranjero diciendo que tienen problemas con mi cuenta y necesitan verificar los datos. ¿De verdad hay gente que pica con esto?
Un tal Paolo (debí conocerlo en mi viaje a Italia, pero no lo recuerdo) ha insistido muchas veces en que conoce el mejor casino on line del mundo. También tengo un par de mensajes del primer Eurocasino de la historia. No sé si será al que se refiere Paolo.
Decenas de ofertas para créditos hipotecarios, tarjetas de crédito que no te cobran nada y demás productos financieros. Claro que, viendo la de problemas que tienen luego con las cuentas virtuales, a ver quién es tan osado de contratar uno de esos servicios.
Tentadoras ofertas de trabajo: currando un par de minutos al día podréis cobrar casi lo mismo que Cristiano Ronaldo. No entiendo cómo puede seguir habiendo vacantes. Yo no contesto porque tanto tiempo libre acabaría matándome de aburrimiento, que si no...
Imitaciones de Rolex y otros productos de lujo: al menos éstos no mienten. Directamente dicen que son falsos. ¿Para qué quieres un Lotus si puedes tener un magnífico Lorus por menos de la mitad de precio?
Lo mejor de todo son los nombres del remitente: la mayoría mezclan el inglés y el euskera o castellano, para que te suenen y piques. ¿Y no sería mejor usar un mismo idioma para el nombre y el apellido? ¿Quién coño se va a llamar Johnny Iriberri o Ion Newton? Que todo puede ser, claro, pero no creo que haya tanta gente que mezcle idiomas en su nombre. Curiosamente, todos son viejos amigos míos.
Este año, también he renunciado a una gran cantidad de premios: Audis (casi siempre es el coche sorteado), dinero, casas, viajes... Además de los que he perdido por no ir a rellenar una sencilla encuesta. A mí es que las riquezas mundanas no me interesan: soy feliz con mi blog , mi mula y mi winamp. ¿Para qué quiero más?
Eso sí, los más impactantes de todos han sido dos enviados por Raimundo Earl y Gena Villanueva. Se ve que en su momento los borré sin mirarlos, porque no los recordaba. El título de los mensajes decía, respectivamente ¿Qué clase de Dios mata a los primogénitos de Egipto? y Cristo no murió realmente en la cruz. Los he leido, emocionado: me esperaba, al menos, una secta pidiendo mis posesiones terrenales a cambio de una pastilla de cianuro para que me reciban en el paraíso en unos minutos. Sin embargo, ha resultado una pequeña decepción: sólo ofrecían unos nuevos medicamentos. Supongo que evitarán que venga un ángel a tu casa y te asesine (aunque para eso basta con tener un hermano mayor) o que te desangres si te crucifican. Que la cosa tiene miga, también, pero no me digáis que no habría molado más la secta autodestructiva.
Tampoco el spam es tan aburrido: sólo hay que leer todo lo de seis meses de golpe. Además, tengo que ir acostumbrando a mi cerebro a los excesos, que ya están aquí los Sanfermines. A ver si quedo una noche con Paolo, John, Ion, Raimundo y Gena, que tienen pinta de ser unos cachondos.

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