Metalway 2006 (2)
A eso de las siete de la mañana del sábado descubrimos que la orientación elegida para la tienda no era la mejor: nuestras cabezas eran lo primero que golpeaba el sol en cuanto asomaba tras las montañas. Sin embargo, el calor era más soportable abriendo la puerta, así que aguantamos unas horas más allí adentro. El siguiente descubrimiento fueron las letales duchas de tortura: el agua salía a 1º o menos. Impresionante espectáculo: piel amoratada, gritos desgarradores... Eso sí, una vez recuperabas la respiración te quedabas despejado para el resto del dia. Tras un desayuno rápido nos fuimos al pueblo, compramos pan y nos lo ventilamos (con chorizo y queso) en un parque. De lujo.
Acabamos con el tiempo justo para ir, a la una, a ver a Rage. Sin embargo, había habido un cambio de planes y en su lugar tocaban Axxis, grupo que yo no conocía pero que tiene dos cantantes (tío y tía). Hacia el final, sacaron a una tía del público para que les grabara en video (para la MTV, dijo, y todos los grupos tenían cámaras similares, así que atentos los que la sintonicéis), les hiciera coros y bailara con una pandereta. Tuvo su gracia.
Los siguientes fueron Arch Enemy, grupo que hace que inmediatamente te venga a la cabeza la pregunta "¿cómo se puede ladrar de esa forma con esa carita?". Si no la estás mirando, piensas que la cantante es un tío. Por suerte, su aspecto no deja lugar a ninguna duda. Bastante buen concierto.
Ahora sí, empezaban Rage. Nos colocamos en las primeras filas para escuchar uno de los peores conciertos del festival: en cuanto tocaban los tres a la vez no se entendía nada. Hay que decir que a ellos se les veía con ganas (y al público también), pero el sonido no les acompañó en absoluto.
En cuanto terminó nos fuimos a comer algo (ya eran las cinco de la tarde), pero entre una cosa y otra volvimos al escenario cuando ya había terminado Dark Funeral. Una pena, porque nos dijeron que sonaron bien y que tocaron maquillados bajo un sol que pegaba (hoy sí) como un martillo pilón. Mención honorífica por ser tan duros.
Metal Church se oyeron un poco mejor, pero no tanto, así que aprovechamos para observar un poco la fauna que andaba por allí. No tardamos en descubrir a un viejo conocido: en el Metalway del año pasado andaba en unos gallumbos de Batman, lo cual llama -quieras que no- la atención. Este año el tío (por suerte) había cambiado de modelo y llevaba unos de Spiderman. Nos estábamos preguntando dónde llevaba el dinero cuando apareció en su mano un respirador de esos de asmático que luego guardó en la gomilla. No doy más detalles.
Pero los que más destacaban eran unos que iban de vikingos: botas y taparrabos de pelo, largas greñas y barbas y un cuerno a la espalda. Y no era ornamental, no: en las barras lo llenaban de cerveza y, una vez vacío, lo soplaban -pweeeeeeeeeeeeet- para llamar a sus colegas. Tengo que comprarme uno, que son muy versátiles.
My Dying Bride fueron, claramente, los más raros del festival. Y no lo digo por la música, no (que está muy bien, por cierto), sino por ellos. El cantante, con pintas de zombi, parecía estar en trance todo el tiempo, cuando no se tiraba al suelo presa de convulsiones o así. Los guitarras sólo movían las manos (y por que tenían que tocar, claro), al más puro estilo Motobomba (también llamado estatua de sal). Esto no sería tan raro si fuera todo el concierto igual, pero es que en las canciones más cañeras, todos se movían como un grupo jevi cualquiera -aunque sin llegar a los extremos de unos Manowar, eso sí-. Al final, resultaron uno de los mejores conciertos del día.
Los siguientes fueron Testament, pero tampoco sonaron muy allá va, por lo que ya empecé a pensar que aquello no iba a ser sólo culpa de los grupos. O todos tenían el mismo técnico inútil o algo pasaba con los altavoces esos que había delante del escenario. No sé.
Después llegaron Gamma Ray. Y, de nuevo, se oía poco al cantante. En este caso no me importó mucho, ya que estaba en las primeras filas y me lo pasé como un enano, gritando y saltando. Aunque no se le oiga, da gusto ver a Kai Hansen disfrutando de lo que hace. Por falta de entrega no será.
Nos fuimos a cenar (la peor pizza que he comido nunca, desbancando a mi anterior candidata, la de piña) y volvimos a tiempo de ver a Ministry: he de decir que no es un grupo que me guste, pero aún así reconozco que sonaron bastante bien y fue espectacular, lo cual debe de significar que otra gente habría disfrutado muchísimo.
La noche la cerraron los viejos Celtic Frost, considerados los padres del Black Metal y todo lo subsiguiente. Lo cierto es que se me hicieron un poco monótonos (aunque confieso que sólo había oído un par de canciones suyas con anterioridad, así que posiblemente sea culpa mía).
Tras más de catorce horas de conciertos (la mayoría bajo un sol abrasador), nos volvimos destrozados al campamento. Esa noche no hubo partidas de mus ni chillones: se ve que el cansancio había hecho mella en todos por igual.
PD: sigue sin haber imágenes. Mi cámara está desaparecida. Al final pondré unas cuantas juntas.
Acabamos con el tiempo justo para ir, a la una, a ver a Rage. Sin embargo, había habido un cambio de planes y en su lugar tocaban Axxis, grupo que yo no conocía pero que tiene dos cantantes (tío y tía). Hacia el final, sacaron a una tía del público para que les grabara en video (para la MTV, dijo, y todos los grupos tenían cámaras similares, así que atentos los que la sintonicéis), les hiciera coros y bailara con una pandereta. Tuvo su gracia.
Los siguientes fueron Arch Enemy, grupo que hace que inmediatamente te venga a la cabeza la pregunta "¿cómo se puede ladrar de esa forma con esa carita?". Si no la estás mirando, piensas que la cantante es un tío. Por suerte, su aspecto no deja lugar a ninguna duda. Bastante buen concierto.
Ahora sí, empezaban Rage. Nos colocamos en las primeras filas para escuchar uno de los peores conciertos del festival: en cuanto tocaban los tres a la vez no se entendía nada. Hay que decir que a ellos se les veía con ganas (y al público también), pero el sonido no les acompañó en absoluto.
En cuanto terminó nos fuimos a comer algo (ya eran las cinco de la tarde), pero entre una cosa y otra volvimos al escenario cuando ya había terminado Dark Funeral. Una pena, porque nos dijeron que sonaron bien y que tocaron maquillados bajo un sol que pegaba (hoy sí) como un martillo pilón. Mención honorífica por ser tan duros.
Metal Church se oyeron un poco mejor, pero no tanto, así que aprovechamos para observar un poco la fauna que andaba por allí. No tardamos en descubrir a un viejo conocido: en el Metalway del año pasado andaba en unos gallumbos de Batman, lo cual llama -quieras que no- la atención. Este año el tío (por suerte) había cambiado de modelo y llevaba unos de Spiderman. Nos estábamos preguntando dónde llevaba el dinero cuando apareció en su mano un respirador de esos de asmático que luego guardó en la gomilla. No doy más detalles.
Pero los que más destacaban eran unos que iban de vikingos: botas y taparrabos de pelo, largas greñas y barbas y un cuerno a la espalda. Y no era ornamental, no: en las barras lo llenaban de cerveza y, una vez vacío, lo soplaban -pweeeeeeeeeeeeet- para llamar a sus colegas. Tengo que comprarme uno, que son muy versátiles.
My Dying Bride fueron, claramente, los más raros del festival. Y no lo digo por la música, no (que está muy bien, por cierto), sino por ellos. El cantante, con pintas de zombi, parecía estar en trance todo el tiempo, cuando no se tiraba al suelo presa de convulsiones o así. Los guitarras sólo movían las manos (y por que tenían que tocar, claro), al más puro estilo Motobomba (también llamado estatua de sal). Esto no sería tan raro si fuera todo el concierto igual, pero es que en las canciones más cañeras, todos se movían como un grupo jevi cualquiera -aunque sin llegar a los extremos de unos Manowar, eso sí-. Al final, resultaron uno de los mejores conciertos del día.
Los siguientes fueron Testament, pero tampoco sonaron muy allá va, por lo que ya empecé a pensar que aquello no iba a ser sólo culpa de los grupos. O todos tenían el mismo técnico inútil o algo pasaba con los altavoces esos que había delante del escenario. No sé.
Después llegaron Gamma Ray. Y, de nuevo, se oía poco al cantante. En este caso no me importó mucho, ya que estaba en las primeras filas y me lo pasé como un enano, gritando y saltando. Aunque no se le oiga, da gusto ver a Kai Hansen disfrutando de lo que hace. Por falta de entrega no será.
Nos fuimos a cenar (la peor pizza que he comido nunca, desbancando a mi anterior candidata, la de piña) y volvimos a tiempo de ver a Ministry: he de decir que no es un grupo que me guste, pero aún así reconozco que sonaron bastante bien y fue espectacular, lo cual debe de significar que otra gente habría disfrutado muchísimo.
La noche la cerraron los viejos Celtic Frost, considerados los padres del Black Metal y todo lo subsiguiente. Lo cierto es que se me hicieron un poco monótonos (aunque confieso que sólo había oído un par de canciones suyas con anterioridad, así que posiblemente sea culpa mía).
Tras más de catorce horas de conciertos (la mayoría bajo un sol abrasador), nos volvimos destrozados al campamento. Esa noche no hubo partidas de mus ni chillones: se ve que el cansancio había hecho mella en todos por igual.
PD: sigue sin haber imágenes. Mi cámara está desaparecida. Al final pondré unas cuantas juntas.
5 Comments:
Muy bonito todo.
En la parte del festi referente a Jerez, según tengo entendido, daban pase gratis a todo aquel que acreditara ser del pueblo ¿hicieron lo mismo en Guernika?
La verdad es que es un detallazo.
Sí, sobre todo los tuyos, que no hacías más que perseguir niñas como un sátiro. Degenerado, que eres un degenerado.
Y a Perro respóndele con insultos, que es lo que merece. Y nunca nunca con la verdad. Por si acaso.
Juraría que el metalway tuvo tres días... :-/
Sí, pero este fin de semana ha tenido cuatro, así que he estado en paradero desconocido. Ya llegará la tercera parte, impaciente.
Más bien insaciable >_<
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