Increíble pero mentira
No es que lo que viene debajo sea mentira, claro. Lo que pasa es que son un montón de cosas sin entidad suficiente para tener una entrada por sí solas, así que las he puesto juntas en ésta. El título es un homenaje a aquellos viejos tebeos (Mortadelo, Supermortadelo, etc) que tan buenos ratos me hicieron pasar de niño -y no tan niño-. Increíble pero mentira era una sección, normalmente situada en la última página, con pequeños chistes -en su mayoría bastante malos- del tipo "cuando a Liborio Cabeza le hicieron un sombrero de paja, los burros tuvieron que estar un año comiendo chocolate". Desde luego, no era lo mejor de la revista, pero como esto también es una sucesión de acontecidos, pues el título le va bien.
El mundial terminó, con el sorprendente podio de Italia, Francia y Alemania. Sigo sin librarme del sudoku del mal. Claro que era imposible ganar: en mi curro hicieron una porra y se han tenido que jugar el dinero al Euromillón, porque no acertó nadie. ¿Quién iba a pensar que Italia ganaría alguna vez otro mundial? ¿O que Francia llegaría a la final con su equipo de viejas glorias (se jubilarán ahora)? Cosas veredes.
Tengo que dejar de ver House: hace un mes me dolía el ojo y fui al médico. Mientras esperaba, pensé que podría ser el virus mal curado de la varicela, que había mutado y viajado hasta mi cerebro y ahora empezaba a atacar desde allí. O que, quizá, el dolor del codo no era sólo por el golpe contra la mesa sino otro síntoma de alguna infección extraña por pocos conocida. Espero que no tengan que hacerme una punción de esas, que debe de doler mucho. ¿Cuánto tiempo tendrán para diagnosticarme bien antes de que pierda la visión? Si me tienen que extirpar el ojo, no pienso ponerme uno de cristal. Los parches piratas imprimen carácter, ¡arrr!
Contra todo pronóstico razonable, era una conjuntivitis que desapareció con cuatro gotas en un par de días. Eso sí, tuve que entrar a una farmacia a comprarlas. Con la de tiempo que hacía que no pisaba una.
Al Farruquito de Pamplona ya le han pillado. Era exactamente el miserable del que sospechábamos, pero hay más. Resulta que con él en el coche iban algunos amigos suyos, uno de los cuales es camarero en el bar de mi amigo atropellado. O lo era, evidentemente. Él lo niega y dice que el otro iba solo, pero todo apunta a lo contrario. De todos modos, el conductor se ha librado de la cárcel. Al parecer, como todo ocurrió en una zona urbana, no le pueden acusar de denegación de auxilio. Y el atropello y fuga, como sólo es la segunda (sí, has leído bien: segunda) vez que lo hace, no alcanza el grado de delito, así que se queda tan campante. Quizá cuando atropelle a otro...
Por cierto, que la pierna a mi amigo le ha quedado bien: el otro día me enseñó las cicatrices de la operación y los agujeros por los que salió el hueso y aquello parece un mapa. Le hubiera sacado una foto para los morbosos, pero mi móvil no tiene cámara.
Finalmente, Eskubi Dú lanzó el cohete agnóstico (Viva las fiestas de Sanfermín), pero la alcaldesa (que, por cierto, es farmacéutica) agarró otro micro y gritó Viva San Fermín. Tiraron así el primer txupinazo compartido de la historia. ¡Bien por los innovadores! ¡Abajo la tradición! Cualquier año prohiben la venta de alcohol durante las fiestas. Cruzad los dedos.
Consejo para los lectores: nunca pidáis indicaciones a un borracho. El sábado 8 llamamos por teléfono a uno con el que habíamos quedado para ver dónde estaba y ésta fue la conversación (léase a grito pelado y con música jaranera de fondo):
- ¡Qué! ¿Dónde estáis?
- En la calle, pero no sé cuál.
- Bueno, no importa: ¿Qué bar tienes cerca? Mira el letrero de la pared.
- A ver... Eeeeeeeh... El... PODÓLOGO.
- ¿Ein? No me suena. Mira otro.
- Pero si no hay más.
Por fin, nos pasó a otro que estaba menos borracho y quedamos en un bar. Por el camino, en cierta calle sin bares, nos fijamos en un cartel escrito con letras grandes (pero en un primer piso) que decía: PODÓLOGO.
El mundial terminó, con el sorprendente podio de Italia, Francia y Alemania. Sigo sin librarme del sudoku del mal. Claro que era imposible ganar: en mi curro hicieron una porra y se han tenido que jugar el dinero al Euromillón, porque no acertó nadie. ¿Quién iba a pensar que Italia ganaría alguna vez otro mundial? ¿O que Francia llegaría a la final con su equipo de viejas glorias (se jubilarán ahora)? Cosas veredes.
Tengo que dejar de ver House: hace un mes me dolía el ojo y fui al médico. Mientras esperaba, pensé que podría ser el virus mal curado de la varicela, que había mutado y viajado hasta mi cerebro y ahora empezaba a atacar desde allí. O que, quizá, el dolor del codo no era sólo por el golpe contra la mesa sino otro síntoma de alguna infección extraña por pocos conocida. Espero que no tengan que hacerme una punción de esas, que debe de doler mucho. ¿Cuánto tiempo tendrán para diagnosticarme bien antes de que pierda la visión? Si me tienen que extirpar el ojo, no pienso ponerme uno de cristal. Los parches piratas imprimen carácter, ¡arrr!
Contra todo pronóstico razonable, era una conjuntivitis que desapareció con cuatro gotas en un par de días. Eso sí, tuve que entrar a una farmacia a comprarlas. Con la de tiempo que hacía que no pisaba una.
Al Farruquito de Pamplona ya le han pillado. Era exactamente el miserable del que sospechábamos, pero hay más. Resulta que con él en el coche iban algunos amigos suyos, uno de los cuales es camarero en el bar de mi amigo atropellado. O lo era, evidentemente. Él lo niega y dice que el otro iba solo, pero todo apunta a lo contrario. De todos modos, el conductor se ha librado de la cárcel. Al parecer, como todo ocurrió en una zona urbana, no le pueden acusar de denegación de auxilio. Y el atropello y fuga, como sólo es la segunda (sí, has leído bien: segunda) vez que lo hace, no alcanza el grado de delito, así que se queda tan campante. Quizá cuando atropelle a otro...
Por cierto, que la pierna a mi amigo le ha quedado bien: el otro día me enseñó las cicatrices de la operación y los agujeros por los que salió el hueso y aquello parece un mapa. Le hubiera sacado una foto para los morbosos, pero mi móvil no tiene cámara.
Finalmente, Eskubi Dú lanzó el cohete agnóstico (Viva las fiestas de Sanfermín), pero la alcaldesa (que, por cierto, es farmacéutica) agarró otro micro y gritó Viva San Fermín. Tiraron así el primer txupinazo compartido de la historia. ¡Bien por los innovadores! ¡Abajo la tradición! Cualquier año prohiben la venta de alcohol durante las fiestas. Cruzad los dedos.
Consejo para los lectores: nunca pidáis indicaciones a un borracho. El sábado 8 llamamos por teléfono a uno con el que habíamos quedado para ver dónde estaba y ésta fue la conversación (léase a grito pelado y con música jaranera de fondo):
- ¡Qué! ¿Dónde estáis?
- En la calle, pero no sé cuál.
- Bueno, no importa: ¿Qué bar tienes cerca? Mira el letrero de la pared.
- A ver... Eeeeeeeh... El... PODÓLOGO.
- ¿Ein? No me suena. Mira otro.
- Pero si no hay más.
Por fin, nos pasó a otro que estaba menos borracho y quedamos en un bar. Por el camino, en cierta calle sin bares, nos fijamos en un cartel escrito con letras grandes (pero en un primer piso) que decía: PODÓLOGO.
Etiquetas: Historias
2 Comments:
Como dicen en mi pueblo, respuesta sin pregunta...
Nadie te había acusado de ser el borracho del podólogo, pero ahora que das excusas es probable que más del 75% lo piense. Yo ni afirmo ni desmiento.
Joder, yo también tengo que dejar de ver Jaus, pero por razones distintas... a mí no me dan paranoias médicas, pero se me asienta la bordería y me pongo de un antipático que podría extirpar unos higadillos a base de cortes dialécticos.
Respecto al borracho del podólogo mi sospechoso es el anónimo que entra en plan acusica justo antes de mí v_v
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