Orgullo y prejuicio
Hoy 25 de mayo será, posiblemente, el día del año en que más acontecimientos se juntan: es el día de África, el día en solidaridad con J. Bowden (un anarquista encarcelado), el día de la patria (en Argentina)... Pero hay tres celebraciones que destacan por encima de las demás y que están emparentadas.
Tal día como hoy, en 1977, se estrenó La guerra de las Galaxias (habréis visto por la tele a un montón de gente disfrazada de soldados imperiales y cosas así). Era, pues, una fecha perfecta para colocar el Día de la toalla, homenaje a Douglas Adams y su Guía del autoestopista galáctico: sus agradecidos lectores salen a la calle con una toalla. Se la colocan a modo de turbante, la usan como arma... Y si les preguntas te aclararán por qué lo hacen y te recomendarán leer a Adams. En España, como siempre, llevaron la cosa al extremo y proclamaron el día del orgullo friki. ¿Por qué limitarse a toallas cuando puedes movilizar a mucha más gente con aficiones mucho más raras?
Pues sí, los frikis, esa moderna tribu urbana cuyos miembros no tienen nada que ver unos con otros. Hace años, como mucho veías en alguna serie americana a algún treki haciendo el saludo ese de los dedos. Normalmente, era el personaje ridículo del episodio, así que te reías de él y, acto seguido, tratabas de poner los dedos igual -aunque no sabías quién era el Señor Spock-. Pero no pasaba de ahí.
Con la llegada de Internet se abrió la caja de Pandora y todos los frikis del mundo fueron juntándose: resulta hay gente por ahí que discute si los balrogs tienen alas, trata de averiguar la fórmula matemática para calcular cuántos robles roería un roedor si los roedores royesen robles, reune firmas para que las teles vuelvan a poner Humor amarillo (eso lo consiguieron, mira) o Búscate la vida, queda para ir disfrazado al estreno de La amenaza fantasma, o cualquier cosa que se os ocurra. Y, claro, el ver que no eres el único te hace más fuerte y pierdes el miedo de salir a la calle con esa camiseta de Naranjito, juegas al rol sin miedo a convertirte en un asesino maníaco y buscas en la mula todos los episodios del batman con pijama.
En realidad, un friki no deja de ser alguien con amplios -casi infinitos- conocimientos en un tema que no interesa al público en general. Porque esa gente que sabe de memoria las alineaciones del Real Madrid de 1973 también es bastante friki, pero están mejor vistos (en fútbol se perdona todo).
Pero ojo, porque todo el mundo tiene su ramalazo friki: que tire la primera piedra quien no haya ido (aunque sea sin disfrazar) a ver una peli el día del estreno; quien no se haya bajado una serie en inglés, no porque el doblaje sea un asco sino por no poder esperar a verla en castellano; quien no se haya comprado una figura o adorno de Alien para poner en su casa; quien no se haya puesto el pelo azul para parecerse a un dibujo animado; quien no haya incluido a sus músicos favoritos en los agradecimientos de su tesis; quien no se haya comprado una camiseta con un ecualizador luminoso; quien no se crea R. Blackmore cuando toca Smoke On The Water con la guitarra de la Play...
Todos tenemos algo que ocultar, todos. A todo el mundo le han mirado raro alguna vez cuando hablaba con entusiasmo de algo. Por eso, los mayores frikis han dejado de esconderse y se han tirado a la calle para luchar con sus toallas y sus sables de luz contra todo aquel que se ría de sus aficiones.
Así pues, un saludo para todos los frikis del mundo. Espero que lo hayáis pasado bien en vuestro día y que no os hayáis olvidado la toalla en casa.
Pues sí, los frikis, esa moderna tribu urbana cuyos miembros no tienen nada que ver unos con otros. Hace años, como mucho veías en alguna serie americana a algún treki haciendo el saludo ese de los dedos. Normalmente, era el personaje ridículo del episodio, así que te reías de él y, acto seguido, tratabas de poner los dedos igual -aunque no sabías quién era el Señor Spock-. Pero no pasaba de ahí.
Con la llegada de Internet se abrió la caja de Pandora y todos los frikis del mundo fueron juntándose: resulta hay gente por ahí que discute si los balrogs tienen alas, trata de averiguar la fórmula matemática para calcular cuántos robles roería un roedor si los roedores royesen robles, reune firmas para que las teles vuelvan a poner Humor amarillo (eso lo consiguieron, mira) o Búscate la vida, queda para ir disfrazado al estreno de La amenaza fantasma, o cualquier cosa que se os ocurra. Y, claro, el ver que no eres el único te hace más fuerte y pierdes el miedo de salir a la calle con esa camiseta de Naranjito, juegas al rol sin miedo a convertirte en un asesino maníaco y buscas en la mula todos los episodios del batman con pijama.
En realidad, un friki no deja de ser alguien con amplios -casi infinitos- conocimientos en un tema que no interesa al público en general. Porque esa gente que sabe de memoria las alineaciones del Real Madrid de 1973 también es bastante friki, pero están mejor vistos (en fútbol se perdona todo).
Pero ojo, porque todo el mundo tiene su ramalazo friki: que tire la primera piedra quien no haya ido (aunque sea sin disfrazar) a ver una peli el día del estreno; quien no se haya bajado una serie en inglés, no porque el doblaje sea un asco sino por no poder esperar a verla en castellano; quien no se haya comprado una figura o adorno de Alien para poner en su casa; quien no se haya puesto el pelo azul para parecerse a un dibujo animado; quien no haya incluido a sus músicos favoritos en los agradecimientos de su tesis; quien no se haya comprado una camiseta con un ecualizador luminoso; quien no se crea R. Blackmore cuando toca Smoke On The Water con la guitarra de la Play...
Todos tenemos algo que ocultar, todos. A todo el mundo le han mirado raro alguna vez cuando hablaba con entusiasmo de algo. Por eso, los mayores frikis han dejado de esconderse y se han tirado a la calle para luchar con sus toallas y sus sables de luz contra todo aquel que se ría de sus aficiones.
Así pues, un saludo para todos los frikis del mundo. Espero que lo hayáis pasado bien en vuestro día y que no os hayáis olvidado la toalla en casa.
Etiquetas: Cultura