El ojo vago

Dale fuego a un hombre y estará caliente un día, pero préndele fuego y estará caliente el resto de su vida. Terry Pratchett

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Lugar: Villava, Navarra, Spain

20.5.06

Giro de Italia VII: jueves universitario

El jueves, temprano, cogimos un tren hasta Bolonia. Tenía los asientos numerados y nos tocó junto a una monja portuguesa que había estado en Pamplona en Sanfermines (ya falta menos). Por cierto, contó que se metieron por error en el recorrido del encierro y tuvieron que salir por piernas cuando les gritaron que llegaban los toros. Una de dos: o se lo inventó -cosa poco probable siendo una monja- o les engañaron, porque es prácticamente imposible colarse en el recorrido cuando queda poco para que empiecen las carreras.
Ya en Bolonia, comenzamos con la búsqueda de alojamiento. Encontramos el albergue de la juventud, bastante alejado del centro (por no decir que está en las afueras) y un poco warrillo. Eso sí, la rubia de recepción estaba de muy buen ver. El caso es que pudimos dejar las maletas e irnos a ver la ciudad. Y he de decir que fue la que más me gustó: la plaza mayor, las dos torres (una de ellas inclinada, por cierto), los cientos de kilómetros (y no exagero) de porches, el mercado de fruta... Una ciudad preciosa para pasear y mucho más barata que Florencia: comimos al pie de las dos torres (en el mismo centro) por 10 € cada uno, un muy buen plato de pasta, una ensalada y un café. Y eso que creíamos que nos iban a cobrar un ojo de la cara por el agua, como en otros sitios. Hasta dejamos una buena propina ala camarera.
Lo mejor es que en cada palacio, iglesia o monumento ponen un cartelico explicando qué es, para qué servía y quién lo hizo. Por cierto, que hay gran cantidad de palacios y todos ellos tienen algún uso: viviendas, bancos, el aula magna de la universidad... Supongo que tendrá algo que ver con su excelente estado de conservación.
Como buena ciudad universitaria (¿quién no ha oido hablar de la Universidad de Bolonia?), los jueves es el día de la juerga. Encontramos un pub en el que la pinta de Guinness valía 3 euros y medio (happy hour toda la tarde) y allí estuvimos hasta el anochecer. una pena que teníamos que estar en el albergue para las once, si no... La verdad es que se veía buen ambiente: cenamos unas pizzas en una plaza llena de gente bebiendo y divirtiéndose delante de los municipales. De hecho, un grupo de enajenados casi los atropellan con una silla de ruedas y ni se inmutaron. Para que luego hablen mal aquí del botellón. También había bastantes grupillos de tunos en traje de faena pero que no cantaban ni nada, curiosamente.
Con algo de pena, cojimos un autobús que nos dejó bastante lejos del albergue. Tuvimos que andar un buen rato para llegar hasta él. No es que nos cansara mucho, porque ya estábamos acostumbrados a andar, pero siempre es mejor que el autobús te deje en la puerta.

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