El ojo vago

Dale fuego a un hombre y estará caliente un día, pero préndele fuego y estará caliente el resto de su vida. Terry Pratchett

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Lugar: Villava, Navarra, Spain

2.5.06

Giro de Italia I: etapa prólogo.

Finalmente he logrado volver a casa, justo once días después de salir. Y, como prometí, procedo a relatar lo que allí me sucedió. Como sería muy largo ponerlo todo de golpe (Italia es más grande de lo que parece, aunque tenga forma de bota), iré subiendo trocicos de un día cada uno. Alguno también será largo, pero al menos será más fácil encontrar un día concreto.

Como su título indica, la primera jornada del viaje fue de prólogo. Lirón, Txipirón y yo mismo cogimos una furgoneta por la tarde y nos fuimos a Gerona, pues nuestro avión salía de allí el sábado por la mañana. Muchas horas de viaje (que aún se hicieron más largas por la impaciencia) y nos presentamos en el aeropuerto para ver dónde estaba: no era cuestión de dar vueltas buscándolo al día siguiente y perder el avión. Muy cerca, había un lugar para aparcar la furgoneta y un rumano nos aseguró que él nos llevaba al aeropuerto y nos guardaba el vehículo los diez días. El precio parecía razonable, así que quedamos con él para la otra mañana.
Entramos a Gerona y, tras varias vueltas para aparcar, nos pusimos a buscar el albergue de la juventud. Aunque ninguno de los tres somos exactamente jóvenes, todavía entramos en los descuentos del carné de alberguista. Nos dieron cama para esa noche y desayuno para la mañana siguiente, así que salimos tranquilamente a cenar algo. Vimos una taberna llamada Zampanzar, así que entramos allí a comer unas cazuelicas y pinchos. Como si siguiéramos en Pamplona, vamos. Ya nos hartaríamos después de comer cosas distintas.
No muy lejos de allí había un pub irlandés llamado Excalibur, así que nos tomamos las que creíamos que iban a ser nuestras últimas Guinness en un par de semanas. Bonito bar. Aunque la gente estaba de juerga y parecía que iba a haber buen ambiente, nos fuimos prontico a dormir para no tentar a la suerte, ya con la mente en Italia. Otra vez será. En unas diez horas aterrizaríamos en la Ciudad Eterna, dispuestos a contemplar todas las maravillas que pudiéramos a lo largo de nuestro periplo por la tierra de la pizza.

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