El ojo vago

Dale fuego a un hombre y estará caliente un día, pero préndele fuego y estará caliente el resto de su vida. Terry Pratchett

Mi foto
Nombre:
Lugar: Villava, Navarra, Spain

28.11.08

Hijos de la ira

Ayer se pusieron a la venta las entradas para el concierto de AC/DC en Bilbao, así que me fui al Corte Inglés a ver si había suertecilla. Y, por supuesto, no la hubo. Cuando llegué, ya tenía 329 personas por delante (no me acabo de inventar el número: es que repartieron numericos, como en la carnicería), a pesar de lo cual me quedé esperando, por si acaso.
La gente nos miraba como si estuviéramos locos. Y eso que por mi zona sólo llevábamos unos minutos esperando: los locos de verdad eran los primeros, que habían pasado allí la noche más fría del año. Una viejilla preguntó para qué era la fila esa y un tipo le contestó:
- Para la pastelería, señora.
- ¿Uuuuh, pues me voy a otra!
- ¡Que no, señora! Que estamos esperando a que abra el Corte Inglés. -Dijo el tipo al ver su cara de angustia.
- Arg, menos mal
A eso de las 10 abrieron las puertas y, al menos, dejamos de pasar frío. En la media hora que llevaba allí ya había hecho amistad con 3 universitarios, un flipado y una madre que quería la entrada para su hijo. Estábamos bastante resignados, pero ninguno nos fuimos. Los universitarios, como eran 3 y podían guardarse el sitio, se acercaban de vez en cuando al mostrador a ver cómo iba la cosa y volvían con la tristeza en el rostro: las entradas salían con cuentagotas. No habían vendido más que tres o cuatro.
Mientras tanto, las historias que se escuchaban allí eran cada vez más extrañas: una chica dijo que su amiga había comprado dos por internet, hacía escasos segundos, en la página del club de fans. Inmediatamente, otra sacó un portátil no sé de dónde e intentó conectarse -sin éxito-. Alguien dijo que en Gijón habían vendido dos entradas. Otro preguntó si al día siguiente quedaría alguna (jeje). Otro propuso coger cada uno un utensilio de cocina -las entradas las venden en esa sección- y salir todos a la vez: no creo que nos detengan a los 400. Vale, sí, fui yo el que lo propuso, pero la gente parecía tener de todo, pues nadie se animó.
A eso de las 10:30, un tío dijo que se habían agotado. Seguimos avanzando por si acaso, mientras la gente se iba largando, hasta que vimos al gerente haciendo gestos con la mano para que nos fuéramos. Alguien dijo que, en total, se habían vendido 20 entradas. El flipado todavía se quedó -por si acaso lo dicen para que no les colapsemos la planta-, a pesar de que ya había dicho tres o cuatro veces que ya tenía entradas para Barcelona. Allí lo dejamos.
Hoy leo en el periódico cosas como que se han vendido en toda Navarra unas 50 entradas, que en Bilbao tuvieron que salir los antidisturbios para controlar la que se montó porque la gente se quedó sin nada (de hecho, se han vendido más entradas en Sevilla que en Bilbao). Y he recordado los viejos tiempos, cuando ibas a tu tienda de discos y cogías allí las entradas, sin que el dependiente tuviera que manipular ninguna máquina o esperar a que alguien de Gijón le dejara la vez: cogía el taco, cortaba la entrada, te la cobraba y listos.
Por eso, yo declaro solemnemente que el Tick-Tack-Ticket de los cojones es el puto peor invento de la música desde el play-back.
Es que manda huevos: ya es un asco que en cualquier concierto normal te den esa puta fotocopia de mierda en lugar de una entrada como DIO manda. Es que, si quieres ir a uno un poco grande y con escasez de localidades, te puedes dar por jodido: tus posibilidades son más o menos las mismas que las de acertar una quiniela (no lo he calculado; eso se lo dejo a los expertos). Y, para más INRI, cobran gastos de distribución. Pero si sólo distribuyen mala leche, hombre.
Y no, este cabreo no tiene nada que ver con que me haya quedado sin entradas ayer. De hecho, ayer mi ira no era tan grande como hoy, tras reflexionar sobre el asunto.
Porque, ¿a quién beneficia todo esto?
No a nosotros, desde luego: la única ventaja que le veo es que puedes coger entradas para cualquier sitio. Pero normalmente vas a cogerlas para lugares cercanos, no para Sevilla.
A los grupos, evidentemente, les da igual cómo sea tu entrada o de dónde vayas con tal de que estés allí.
Los promotores se ahorran imprimir las entradas y distribuirlas por los sitios de venta, pero no creo yo que sea un dineral tan grande. Eso sí, es una molestia y una preocupación menos. Supongo que pagarán algo a TTT por prestarles el servicio (por llamarlo de alguna manera) y se olvidarán del tema.
Y TTT te la vende, se queda su comisión y se va enriqueciendo. Porque encima tiene el monopolio: o la coges ahí o te olvidas. Te puedes arriesgar a ir a la taquilla, pero si el concierto no es en tu ciudad, puede ser una putada llegar y encontrarte sin entrada. No tienes más cojones que coger tu fotocopia e irte a casa refunfuñando (no sirve de nada quejarse al que te vende la entrada, que no tiene nada que ver con TTT).
Desde que cogí mis primeras entradas con ese puto sistema, intuí que aquello era una mierda. Y es en estos eventos, con todas las líneas vergonzosamente colapsadas, cuando me doy cuenta de que tenía toda la razón. Me dan ganas de entrar a currar al Corte Inglés, coger la puta máquina de las entradas y tirarla por la ventana a ver si rebota.
Sin embargo, sólo me queda el derecho al pataleo y, como no me van a llamar de Tele5 para que vaya a gritar allí, os doy un poco el coñazo aquí.

¡¡¡TICK-TACK-TICKET, CABRONES!!!

¡OJALÁ REVIENTEN TODAS LAS MÁQUINAS A LA VEZ Y EL QUE LAS INVENTÓ TENGA LOS DEDOS DENTRO DE UNA!

Pero para que esto no quede como un ejemplo de mala leche, os dejo un video que acabo de ver:



Etiquetas: ,

21.11.08

Reir y pensar III (Ignobel 2008)

El otro día leí en el periódico que una universidad inglesa había realizado un estudio con una conclusión apabullante: el alcohol hace que veamos más atractivos a los demás. Pues sí que... Yo, como borracho profesional, siempre he sabido que hay que restar medio punto de la nota que pondría a la chica por cada cubata bebido, y que no hay mujer fea sino cubata de menos. El mismo Groucho Marx ya decía "yo bebo para hacer interesantes a las demás personas".
El estudio consistía en emborrachar a un grupo de personas y luego pasarles fotos de gente. Lógicamente, a los borrachos les parecían más guapos que al grupo de control (serenos todos).
Inmediatamente recordé los premios Ignobel, pues éstos eran candidatos seguros. Pero resulta que los de este año ya están repartidos, así que tendré que esperar al año que viene. Por de pronto, aunque con retraso, aquí os dejo con los premiados del 2008:

-NUTRICIÓN: M. Zampini, de la Universidad de Trento, y C. Spence, de la de Oxford, por modificar electrónicamente el sonido de una patata frita para hacer creer al que se la come que es más fresca y crujiente de lo que en realidad es. [Cabrones]

-PAZ: el Comité Federal Suizo de Ética en Biotecnología No Humana y los ciudadanos de Suiza por aprobar el principio legal de que las plantas tienen dignidad. [El mero hecho de crear un comité con semejante nombrecito ya merece premio]

-ARQUEOLOGÍA: A. G. Mello Araujo y J. C. Marcelino, de la Universidad de Sao Paulo, por medir cómo el curso de la historia -o al menos los contenidos de una excavación arqueológica- pueden ser modificados por los actos de un armadillo vivo. [Los viajes en el tiempo ya no son el único factor que puede dejar el mundo irreconocible]

-BIOLOGÍA: M-C. Cadiergues, C. Joubert y M. Franc, de la Escuela Nacional de Veterinaria de Toulousse, por descubrir que las pulgas que viven en los perros saltan más alto que las que viven en los gatos. [Me pregunto cómo hicieron para medir la altura de los saltos. Y para coger las pulgas]

-MEDICINA: D. Ariely, de la Universidad de Duke, R. L. Waber, del Instituto Tecnológica de Massachusetts, B. Shiv, de la universidad de Stanford, y Z. Carmon, del INSEAD de Singapur, por demostrar que los placebos caros son más efectivos que los baratos. [Esto no es nuevo: cuando se duda entre dos productos similares, se tiende a comprar el más caro creyendo que será mejor]

-CIENCIA COGNITIVA: T. Nakagaki, de la Universidad de Hokkaido, H. Yamada, de Nagoya, R. Kobayashi, de la Universidad de Hiroshima, A. Tero, de la Agencia japonesa de Ciencia y Tecnología, y A. Tóth, de la Universidad de Szeged (Hungría), por descubrir que los mohos mucilaginosos pueden resolver puzles. [No he sido capaz de traducir mejor el nombre de la cosa esa (slime molds). Ni siquiera tengo muy claro si son animales o plantas -más bien parecen lo segundo-. Si hay algún biólogo por aquí que nos lo aclare. El caso es que uno logró salir de un laberinto]


-ECONOMÍA: G. Miller, J. Tybur y B. Jordan, de la Universidad de Nuevo Méjico, por descubrir que las bailarinas eróticas profesionales consiguen más propinas cuando están ovulando. [Éstos seguro que no tuvieron problemas para conseguir voluntarios para el trabajo de campo]

-FÍSICA: D. Raymer, del Instituto Oceanográfico de Estados Unidos, y D. Smith, de la universidad de California, por probar matemáticamente que es inevitable que los montones de cuerdas, pelo o casi cualquir otra cosa se enreden y se hagan nudos. [¿Qué tendrá eso que ver son los océanos?]

-LITERATURA: David Sims, de la Escuela de Negocios Cass (Londres), por su cariñoso estudio: Bastardo: una exploración narrativa sobre la indignante experiencia en las organizaciones.

-QUÍMICA: A. A. Umpierre, de la Universidad de Puerto Rico, J. A. Hill, del Centro de Fertilidad de Nueva Inglaterra, y D. Anderson, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston y la Escuela Médica de Harvard, por descubrir que la Cocacola es un efectivo espermicida. Pero también a Chuang-Ye Hong, de la Universidad Médica de Taipei, por descubrir que no lo es.

Yo confío más en el de Taipei, que bebo muchos cubatas. Y si estáis pensando que le pagó Cocacola, tenéis que saber que llegó a la misma conclusión con la Pepsi. Por otra parte, puede que sea una defensa para lo del primer estudio: ya que con alcohol es más fácil ligar, que sea más difícil el embarazo no deseado.

Etiquetas: , ,

11.11.08

En tierra cervecera III: una noche en la ópera

Nos subimos al tren y nos sentamos donde nos pareció mejor. Los billetes de tren son abiertos y puedes usarlos el día y la hora que quieras, lo que significa que lo mismo puedes ir en un vagón vacío que en uno lleno hasta los topes: a nosotros nos tocó la segunda opción. Empezó a subir gente que tenía los asientos redesalojaron a servados, lo que nos hizo temer por nuestro sitio. De hecho, bastantes de los que estaban a nuestro alrededor tuvieron que moverse. Sin embargo, tuvimos suerte y pudimos hacer las siete horas de viaje tranquilamente sentados. O casi: como era viernes, aquello estaba a reventar. Gente que se iba de fin de semana, interraíl, gente que volvía a su ciudad tras trabajar toda la semana... Por un momento, aquello pareció el camarote de los Hermanos Marx: había dos americanas sentadas en el pasillo, junto a mí, con mochilas y todo; el revisor ya había revisado todo y en ese momento se sentó -también en el pasillo- a hablar con una señora que le preguntó algo; más adelante un viejillo estaba en pie sosteniendo entre sus piernas una maleta más grande que su señora (que también estaba sentada en el pasillo). "Oh, my God!!", exclamó la americana que estaba a mi derecha. Me volví a ver qué ocurría y vi que otro viajero trataba de abrirse paso entre la marabunta, ayudado por su perro. No era uno de esos perros patada, no. Era un perro de tamaño normal, que se escurría por entre maletas y cuerpos, tirando de la correa y dando algún susto. El revisor no le dio importancia: es más, le hizo gracia y se echó a reir. Los americanos (había unos cuantos) miraban con asombro, otros con mala leche, algunos con miedo; la mayoría nos lo tomamos a risa. Un tipo con pelo rizado sacó una bocina de su bolsillo y la tocó, moc, moc. Si hubiera pasado un camarero con el carrito de las bebidas habría sido completo. Lástima que no lo grabé en video.
Entre una cosa y otra, llegamos a Munich y nos fuimos en busca del hostal. Resultó ser una casa con las habitaciones llenas de literas y con camastros por cualquier rincón disponible para meter más gente. Un poco lo mismo que se hace en Pamplona a los guiris que vienen a Sanfermines (no en vano, el tío que nos recibió dijo que tenía algo parecido en Donosti, así que...). Escogimos una cama cada uno y nos fuimos de allí cuanto antes.
Cenamos en un sitio con camareras vestidas de tirolesas. Lo peor era que estábamos en la terraza y hacía bastante frío, pero la cerveza y las salchichas ayudaron. Al encargar las cervezas OKT pidió una cocacola, como siempre, pero la camarera le dijo que allí no servían eso.
-Bueno, pues una cerveza pequeña.
-¿Medio litro?
-No, no, más pequeña.
-No tenemos nada más pequeño -reveló la guapa camarera, casi burlándose. Qué maja. Tendría que haber más sitios así.
Tras la cena, nos paseamos por Munich, ciudad que también merece la pena visitar aunque no sea en octubre. Vimos el ayuntamiento (también tenía un reloj con muñecos, pero no llegamos a verlo en funcionamiento), la ópera y la cervecería más grande del mundo (Hofbräuhaus: no os la perdáis), llena de gente cantando, tiroleses, gente tocando campanillas, enormes jarras de cerveza y muy buen ambiente. Entramos también a un Hard Rock Café, a ver un raído traje de Elvis y a comprobar que la medida mínima también era medio litro. No quisimos tentar a la suerte y nos reservamos para el día siguiente.

Al llegar al hostal, un enorme alemán había ocupado la cama de Rainman -llamado así por su velocidad resolviendo sudokus, cercana a la de la erosión-. Tratamos de despertarlo para que desalojara pero el tío ni se enteró, cosa previsible dado que estaba en la cama con los vaqueros y las botas puestas: el tío llegó tan jodido que se durmió allí donde cayó. Rainman se tuvo que buscar una cama en otra habitación, lo que le libró de escuchar los ronquidos del alemán. A mí no me impidió dormir, pero hubo varios que no pegaron ojo.

Etiquetas: ,