El ojo vago

Dale fuego a un hombre y estará caliente un día, pero préndele fuego y estará caliente el resto de su vida. Terry Pratchett

Mi foto
Nombre:
Lugar: Villava, Navarra, Spain

24.9.08

Guía cervecera II: final

Acabo de leer dos datos sobre la Oktoberfest (dentro de unas horas salgo para allá): uno, que el Bayern de Munich casi nunca pierde el partido que juega en esas fechas (en 72 años ha perdido sólo 7 aunque, de hecho, este año ha caído) y celebran la victoria regándose de cerveza -con semejante prima, cualquiera pierde-; y el segundo, que un ministro bávaro ha dicho que conducir con dos jarras de cerveza no es ningún problema siempre que las hayas bebido apaciblemente y en una carpa. Esto le ha puesto en contra de todos, claro, porque las jarras de las carpas tienen un litro cada una.

Pero sigamos con nuestra guía:

2) Temperatura:
Esto también depende de cada uno -unas veces apetece que esté más fría que otras- pero, en general, mi recomendación es que cuanto peor sea la cerveza más fría te la tomes. El frío anestesia la lengua y no notas tanto el desagradable sabor: por eso no se descarta ninguna marca como cerveza de batalla (suelen salir bastante heladas de la caña). A todos nos ha pasado que el final de un katxi de Á*****, ya caliente, tiene gusto a meada de gato. Curiosamente, en Londres me preguntaron si quería mi Guinness de la caña helada o de la de temperatura normal. Si os ocurre, ya sabéis: la normal. Una cerveza buena soporta ser tomada a tempertura ambiente.

[Nota al margen: cuidado al abrir el botellín. Este verano me hice un tajo en la palma de la mano abriendo una Grimberger y luego noté el gusto metálico de la sangre al tomarla (además del dolor, claro)]

3) Recipiente:
En las de batalla no es importante: hay quien prefiere vasos largos, quien opta por los anchos y quien sólo bebe del botellín. Coge lo que te sea más cómodo. Excepto beber directamente de la lata: sólo hay que hacerlo si no tienes ninguna otra cosa que pueda servirte (los zapatos son mejor opción si no has estado todo el día caminando). El plástico también es aceptable, aunque no recomendable -hay lugares en los que es la única opción. Paciencia-.
Para el resto de cervezas, yo suelo hacer caso del fabricante: los vasos que vienen en los packs que compras en el súper suelen ser adecuados. Ya sabes: largos y de morro ancho para las de trigo, cálices para las de abadía... Ya sé que no vamos a ir comprando un pack con vaso cada vez que queramos probar una cerveza, pero sirve como referencia. Y, en cualquier caso, es cuestión de ir probando hasta ver cuál le va mejor. No, no es lo mismo: no se olfatea igual de un cáliz que de un vaso estrecho ni se aprecia igual el color en una jarra de cerámica que en un vaso de cristal.
Observaréis que, en algunos bares, ponen los vasos helados: pues allá cada cual. Según la calidad de la cerveza y las ganas que tengas de sentir hielo en los morros, tú decides.

4) Servicio:
En esto no hay discusión: no hay nada como una Guinness que te pongan en un irlandés o una Grimberger en un belga. El que sabe sabe. Aunque la lata de Guinness consigue un resultado bastante aceptable con la bolica, no es lo mismo que la de caña si está bien tirada. Si podéis tomar una cerveza de caña puesta por alguien que sepa hacerlo, no lo dudéis.
Pero, por supuesto, en casa no tenemos esa posibilidad. Es cuestión de tratar de hacer lo mismo con nuestro botellín o nuestra lata: con la práctica, se pueden lograr resultados bastante buenos.
Un error frecuente suele ser tratar de evitar que salga espuma. NO. La espuma no es mala (y si lo es bajará rápidamente, tranquilos). Hay que tener cuidado para que no se os vaya por encima del vaso, pero hay que dejar que la cosa siga su curso natural: jamás la tiréis por la fregadera si se os sale demasiado. Es mejor esperar. Un truquillo para las de trigo, que suele ser en las que ocurre eso: si mojáis el vaso antes en agua fresca, saldrá mucha menos espuma (y no helará demasiado la cerveza, tranquilos).

5) Trago:
Llegados a este punto, nos queda lo mejor: beber la cerveza. Como norma, cuanto mejor sea, más conviene contemplarla, olerla y saborearla para captar los matices. En las de refresco se permite beber un primer trago rápido, ya que se supone que tenemos la garganta seca. Tendremos tiempo para saborear una vez satisfecha nuestra sed. A mí me gusta buscar los aromas y sabores que leo en la botella cuando me tomo la cerveza. La disfrutaréis niveles con los que los meros aficionados sólo pueden soñar.

Y aquí termina mi guía. Recordad que son simplemente recomendaciones (excepto lo de no beber en lata: eso es una orden) para disfrutar más del elixir de los dioses. Cada uno tiene sus gustos y pueden diferir de los míos: con el tiempo iréis conociendo vuestras preferencias y no habrá cerveza que se os resista. ¡Salud!

Etiquetas:

23.9.08

Guía cervecera I: clasificación

Ya ha terminado el veranico, empieza a hacer fresco y las féminas se ponen más ropa para salir a la calle, así que no me queda más remedio que refugiarme en mi blog a aburrir al personal. Y no es que en verano me dedique a ir por la calle observando escotes, espaldas y piernas, ¿eh? Lo de refugiarme lo decía por la falta de calor.
Y en esta primera entrada del otoño voy a hablar, sí, de cerveza. Jamás lo habríais adivinado, ¿eh? Pero esta vez la excusa es buena: tras el fracasado intento del año pasado, por fin, este 2008, voy a visitar Munich en plena Oktoberfest. Ya hace unos fines de semana que he abandonado el ron para ir acostumbrando al cuerpo a beber sólo cerveza y hoy me pondré a buscar consejos para guiris, no vaya a ser que el primer día la líe y me expulsen del país. En realidad, vamos también a Praga y algún otro lugar menor, pero lo bueno es Munich, donde probaré por fin la auténtica cerveza de octubre. Ya os contaré.

Y, para que no parezca que lo único que quiero es dar envidia, os añado una guía para los novatos en esto de saborear la cerveza. Pero antes, un poco de música cervecera.

1) Tipos de cerveza
Encontraréis por ahí muchas clasificaciones: según el color, la cantidad de alcohol, el origen, el sabor... Todas valen, así que yo voy a dar la mía, que es según su uso:

- Cerveza de batalla: son las cervezas que bebes una noche de juerga, en un concierto, en sanfermines. Su fin último es emborracharte -pero no demasiado; si no, beberíamos cubatas- o, al menos, no dejar que tu boca se seque en ningún momento. Como vamos a beber varios litros, no es necesario que sea una cerveza excesivamente buena: valen las cañas que haya en la barra correspondiente. Ya sabéis: San Miguel, Estrella, Mahou... Yo he llegado a tragar incluso la que empieza por H y la que empieza por A (habituales en las cañas) en noches de ésas.

- Cervezas de refresco: son las que disfrutas después de haber hecho deporte o, simplemente, una calurosa tarde de agosto. Muchas de estas cervezas se suelen servir con un limón en su interior, cosa que ya indica su cometido (ya sabéis: contra la sed, piña-fresa-limón. Contra el calor, Frigo). Hablo de las Franziskaner, Paulaner... Las de trigo son perfectas para esto, aunque también me vale la Coronita. Este verano iba casi todas las tardes con uno de mi pueblo a jugar un partido de pelota y después nos trincábamos unas Pacas que nos sabían a gloria (con la satisfacción añadida de haber hecho algo bueno para el cuerpo antes).

- Cervezas de acompañamiento: son las que saboreas desde antes de abrir la botella. Meto aquí las cervezas de abadía, la mayoría de las de alto contenido alcohólico y todas aquellas que, al probarlas, sientes que están por encima de las demás. Demasiada categoría como para sólo emborracharte o quitarte la sed. Las usas para ver una buena película, o escuchar un disco que te acabas de bajar, o ver la final de la Copa de Europa, o después de una buena cena para soltarte la lengua en la sobremesa. Es decir, que son para beberlas despacio y aumentar el gozo de la actividad a la que acompañan. La de películas que habré visto yo con una Optimo Bruno y un buen plato de queso. Slurp.

- Guinness: categoría aparte, porque no sabía dónde meterla. La he probado en las tres categorías y en todas cumple su función: me ha emborrachado, refrescado y acompañado sin ningún problema.

Lo bueno de esta clasificación es que puedes meter en cada categoría las cervezas que quieras: hay gente que bebe Judas los sábados por la noche, gente que considera un manjar la Budweisser... Yo mismo voy a usar en breve las cervezas de octubre (que, intuyo, serían de acompañamiento) como cervezas de batalla. Así que allá cada cual: yo sólo os he dado las pautas.
Y así termina la primera parte de este interesante reportaje: mañana continuaré con el modo de servir cualquier cerveza. Os dejo aquí una foto de la cerveza verde que bebí en Londres. Tendría que haberla incluido en su sitio, pero no la tenía por aquel entonces.

Etiquetas: