El ojo vago

Dale fuego a un hombre y estará caliente un día, pero préndele fuego y estará caliente el resto de su vida. Terry Pratchett

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Lugar: Villava, Navarra, Spain

13.11.06

Los miserables III

Cuando comencé a escribir esta página nunca pensé que el tema más repetido iba a ser éste, pero es que esto está lleno de miserables y malnacidos. Así pues, tercera entrega sobre los cabrones que pueblan el mundo.
Esta vez hubo más víctimas que una lechuga o un motero: estábamos filosofando tranquilamente en nuestro bar, cuando sentí la urgente llamada de la naturaleza. Cuando iba a entrar por la puerta del baño, noté algo raro: una chica estaba tapándose las manos y poniendo cara extraña. Otro tío se volvió nada más asomarse por la puerta. Yo, que soy muy duro, aguanté la respiración y entré. En cuanto crucé la puerta, los ojos empezaron a llorarme. Normalmente, esto ocurre cuando he acabado de plantar un pino, no antes, así que deduje que algo extraño había allí. No obstante, mi próstata (maldita sea) no consintió en dejarme marchar y me dediqué a lo mío -con los ojos cerrados y aún aguantando la respiración, porque si me hacía eso en los ojos, muy bueno para los pulmones no podía ser-. Esa noche, qué casualidad, se celebraba una fiesta coronita, con regalos y cosas, así que podéis ir calculando el tiempo que necesité antes de poder salir corriendo de allí. Por supuesto, tuve que respirar antes, así que la irritación pasó también a mi nariz. Volví a mi sitio llorando como una magadalena, cosa que hizo mucha gracia a mis compañeros. No mucho después, el bar se vació de estampida cuando los efluvios del baño comenzaron a invadirlo todo (no saquéis esta frase de contexto, por favor). Un rato con las puertas abiertas tuvimos que estar -yo no salí, porque lo que llegaba a aquella esquina era una mierda comparado con lo que había sufrido yo- hasta que la gente (los que no se fueron definitivamente) pudo volver a sus cubatas. Desde luego, durante un buen rato todos tuvimos que usar las calles como baño, porque el de dentro estaba impenetrable por el gas lacrimógeno. Entré más de una hora después, con todas las precauciones, y se podía respirar, pero aún se notaba cierto picorcillo en los ojos.
Ya veis: ahora hay hasta químicos envenenadores por Villava. Una pena no saber quién fue, para hacerle tragar lo que quiera que echara allí, a ver si reventaba de una puta vez. Es que hace falta ser hijoputa para hacer eso: es una putada para el que lo respira y también para el del bar (se le vació en un momento). Aunque había varios sospechosos, nada era seguro y nos quedamos todos con las ganas de la venganza. Menos mal que el doctor Facundo Bacardí me ayudó a calmar la irritación de la garganta.

A este paso voy a tener que salir así de casa

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6.11.06

El sustituto

Voy a hablar un poco de animales. No temáis, no voy a reabrir el eterno debate sobre si son mejor los perros o los gatos. Esa es una de esas cuestiones que permanecerán ahí hasta que la humanidad se extinga a sí misma, junto con otras de esas elecciones viscerales: derecha o izquierda, religión o ateísmo, ciencias o letras, coche o moto, Spectrum o Amstrad, Marvel o DC, Sevilla o Betis -si eres sevillano, claro-, Mortadelo o Zipi y Zape... Cada uno tiene su respuesta y es prácticamente imposible hacerle cambiar de idea.
No, yo me refiero a animales televisivos o cinematográficos. Todo empezó el pasado sábado. Estaba yo viendo Ice Age II cuando caí en la cuenta de que la ardilla esa que busca la bellota se parecía mucho al coyote que persigue al correcaminos. Vale, es menos graciosa, pero podría ser descendiente suya -ascendiente en este caso, porque era prehistórica- viendo su cara y sus movimientos. Como sabéis, me gustan esas películas que te hacen pensar y, de nuevo con ayuda del eminente filósofo Facundo Bacardí -a quien saludo desde aquí-, esa noche reflexioné sobre el asunto de la sustitución de animales.
No es algo nuevo: ya en mi niñez desahuciaron a Caponata de Barrio Sésamo y acogieron a Espinete. Un cambio acertado, si lo comparamos con otros casos. El propio Espinete sufrió uno de estos desaciertos cuando fue sustituido por Yupi. Por favor. Ni a la suela de los zapatos le llegaba. y eso que Espinete no llevaba zapatos. Y a Astraco no quiero ni mencionarlo. Pero si todavía son usados de forma despectiva en el habla popular: nadie quiere ser un Astraco ni vivir en los mundos de Yupi. ¿A que no habéis oído lo mismo con Don Pimpón? Pues claro que no. Hasta los Lunnis, nadie pensaba que podría ser peor. Estoy seguro de que Chema, el siniestro panadero, está detrás de todo esto.
Matutano está lleno de ejemplos: ¿qué coño ha hecho el Chester este con los masqueseros? Tres ratones espadachines que desaparecen sin dejar rastro y son sustituidos por un puto tigre flipao. Porque más flipao no se puede ser. Es casi tan odioso como el Poochie de Rasca y Pica: a ver si lo meten en la nave espacial de Yupi y se van los dos con Astraco al puto planeta del que vinieron. Pero es que no sólo han desaparecido ellos: hasta sus productos dejaron de venderse, salvo los tubos naranjas que tanto le gustan a Chester. ¿Qué fue de las bolitas -como los pelotazos pero sin rayas- y los torciditos -como los Risketos pero en limpios-? Deben de estar en un almacén junto a los Fritos originales (bolsa naranja), que desaparecieron en cuanto dejó de venderlos el vaquero ese que cabalgaba en el rodeo, bolsa en mano: con semejante anuncio no podían ser malos. Lo mismo que los Doritos, que servían para romper todo tipo de cosas con su crujido. Definitivamente, el publicista jefe de Matutano debería haber dimitido hace ya tiempo.
Esto no sucede sólo con los animales. Que se lo pregunten al mayordomo del algodón: despedido y sustituido por otro, mucho menos elegante, el anuncio no tardó en desaparecer de la tele. Por no hablar de Mr. Proper: su cambio de nombre fue la idea más estúpida de la televisión hasta que le dieron una serie a Ana Obregón. Mr. Proper molaba porque el nombre y la cara recordaban a Mr. T. Don Limpio recuerda a todo lo contrario: Don Pimpón, Don Gato... Personajes entrañables pero incapaces de ponerse duros con una mancha y sacarla a hostias si hace falta. De todos modos, el bajón de los productos de limpieza llegó cuando el niño de Wipp Express (¿qué mejor que un tren para limpiar la ropa?) dejó el fútbol y se pasó al kárate -kiáá-.
Pero esto no ocurre sólo en la tele: hay ejemplos en el cine (Chewbacca-Jar Jar), en los caramelos (el vampiro de los draculines ya no sale en el envoltorio) y en muchos otros ámbitos... Las actualizaciones casi nunca van bien. Cualquiera que haya visto las nuevas aventuras de la pantera Rosa puede dar fe de ello (tanto en el cine como en los dibujos animados).
Menos mal que siempre nos quedarán el arpa de Guinness, el retrato del Capitán Morgan y la cabra de la legión.

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